Resurgen los garantizados que apenas garantizan nada

Manuel Moreno Capa

Manuel Moreno Capa (Director de GESTORES) | Para encontrar el último artículo de esta sección en que escribí sobre fondos garantizados he tenido que retroceder hasta el 26 de julio de 2019. Casi una eternidad en estos tiempos de turbulencias históricas, si tenemos en cuenta que fue casi diez meses antes de que se decretara oficialmente que la covid era una pandemia. En aquellos momentos pre-víricos, ya advertía de que los garantizados surgidos lo único que parecían garantizar era la comisión para el gestor, ya que al inversor apenas le solía quedar una rentabilidad incapaz de llegar a la mitad de una inflación entonces ridícula, inferior al dos por ciento anual.

Pese a ello, aquel año volvieron a aparecer garantizados con cierta intensidad, aunque con menos presencia en el mercado que antes de la crisis financiera de 2007: sus activos gestionados apenas representaban un tercio de los más de 60.000 millones de euros alcanzados en el ejercicio 2006.

Ahora, como cada vez que el miedo se apodera de los ahorradores, florecen de nuevo estos productos que, en realidad, no son más que una herramienta utilizada por ciertas entidades para que los clientes no escapen hacia los depósitos a plazo. Parece que, en entornos tan agitados como los actuales, los fondos garantizados son la única manera de evitar que el ahorrador más temeroso busque refugio en un depósito a plazo que ofrezca rentabilidades tan atractivas como…¡el dos por ciento anual, frente a una inflación que ya supera el diez!

Parece obvio que los más temerosos siguen creyendo que enterrando su dinero en un garantizado que apenas garantiza nada, van a evitar perderlo, mientras que en realidad la inflación lo sigue erosionando y el ahorrador sólo consigue inmovilizar ese dinero a cambio de casi nada.

Pese a ello, en lo que llevamos de 2022, entre los más de noventa nuevos fondos registrados en la CNMV, siete son garantizados, frente a la casi total sequía de los dos ejercicios anteriores (sólo cuatro garantizados en 2020 y 2021). Es una cifra ridícula y que, además, demuestra lo difícil que es ofrecer algo comercialmente vistoso pese a la subida de tipos pero cuando la inflación está disparatada. Sin embargo, ahí están: los garantizados, aún tímidamente, vuelven a surgir y se alimentan del miedo que recorre los mercados.

Como en ocasiones anteriores, los fondos garantizados son productos diseñados para el ahorrador más ultraconservador y, me temo, con menos formación financiera. No creo que ningún inversor de verdad se deje seducir por estos productos que apenas garantizan más que iliquidez y, por supuesto, comisiones para la entidad gestora (y penalizaciones para el ahorrador que quiera recuperar algo de dinero antes del plazo previsto por la entidad).

La garantía contra todo riesgo no existe, por más que, una y otra vez, algunas entidades utilicen esta misma palabra, “garantía”, como señuelo comercial en épocas de incertidumbre económica. La única garantía contra crisis pandémicas, bélicas, inflacionarias o de cualquier otro tipo es la diversificación, o la de acudir a fondos y/o gestoras capaces de una gestión activa en busca de retornos razonables a medio y largo plazo ocurra lo que ocurra en los mercados. Y, créanme, esos fondos y gestoras existen… pero no alardean de la etiqueta comercial “garantizado”. Los inversores de verdad lo saben. Y lo redescubrirán en el próximo número de nuestra revista GESTORES, de inminente publicación.