Santander Research | No cabe duda que 2024 es un año inédito con la mitad de la población adulta votando (70 países, 2000mn de personas) y que, por tanto, la presión fiscal quizá tenga que hacerse esperar hasta 2025, algo que necesariamente acompañará al crecimiento. Quizás tampoco deberíamos esperar, por ejemplo, muchos procedimientos de déficit excesivo (EDPs) antes de las elecciones en la UE de junio. Pero también es cierto que no sólo la economía europea sigue totalmente estancada, la inflación también (tal y como apuntan los indicadores adelantados de precios finales en los PMIs globales) y podría rebotar durante el 1T como apuntan nuestros economistas (fin de subsidios, efectos base de la energía). Eso sin tener en cuenta la delicada geopolítica y el impacto que puede tener en la inflacion de bienes en la cesta del IPC. El argumento de los años electorales, siendo posiblemente válido, también incluye elementos de incertidumbre. Sobre todo si ha sido el momento pivot el que ha explicado el reciente rally. De hecho, la aplastante victoria de Trump ayer en Iowa devuelve el testigo al impacto de políticas potencialmente más inflacionarias (tarifas / inmigración). Todo en un contexto de condiciones de financiación que sigue siendo cada vez más laxas a nivel global tras el rally de final de año. No es evidente que la retórica del BCE haya girado aún, pero Davos comienza a traer ya titulares preocupantes (ver Holzmann o Herodotou ayer).