Drama en los mercados: el VIX supera el nivel del 60% por primera vez desde 2008

Mercados de valores

Intermoney | El drama bursátil continuaba un día impulsando la aversión al riesgo. El lunes las fuertes caídas en los mercados de Asia-Pacífico eran la mecha que hacía estallar los mercados. El índice Hang Seng de Hong Kong experimentaba su mayor caída desde 1997 el lunes después de que Pekín contraatacara los aranceles estadounidenses con sus propios gravámenes comerciales, profundizando la turbulencia del mercado. El selectivo acumulaba una pérdida del -13,2% siendo especialmente acusada la fuerte caída de los sectores tecnológico, financiero y retail, algo entendible si tenemos en cuenta la salida de los inversores de todas aquellas áreas más sensibles a la actividad y el comercio global.

Las represalias chinas incluían gravámenes todos los bienes estadounidenses y restricciones a la exportación de algunas tierras raras. El gigante asiático también apuntaba a las compañías al explicar que añadirá a 16 empresas estadounidenses a su lista de control de exportaciones, lo que afectará a entidades como High Point Aerotechnologies, Sierra Nevada Corporation o Universal Logistics Holdings. Además, incluirá a 11 empresas de Estados Unidos a su lista de compañías no confiables por su cooperación militar con Taiwán y “dañar gravemente la soberanía nacional, la seguridad y los intereses de desarrollo” del país.

El resto de los índices asiáticos también cerraban con notabilísimas caídas pues el CSI300 se desplomaba un -7,05% y el Nikkei lo hacía un -7,83%. Aunque durante la madrugada veíamos una cierta recuperación en el Nikkei, lo cierto es que el resto de las bolsas asiáticas subían tímidamente, menos de 1 p.p. en Shanghai, Hong Kong y Corea del Sur. En Europa, el contagio llevaba a que las plazas bursátiles continuasen claramente con serias contracciones. El Dax-30 retrocedía un -4,3%, el Cac-40 lo hacía un -4,78% y hasta nuestro Ibex-35 que había sido de los índices que mejor desempeño había mostrado, cerraba con una contracción de -5,12%. El problema presente que estamos teniendo es que no hay indicios tranquilizadores. La postura de EEUU está siendo relativamente irracional y da la sensación ser poco meditada. En palabras textuales del presidente Trump en un mitin durante el fin de semana “No quiero que nada baje, pero a veces hay que tomar medicamentos para arreglar algo”, haciendo alusión a la caída de las bolsas.

La idea del gobierno americano también pasa porque la Reserva Federal salga a escena y apuntale la economía con una reducción de tipos de interés. Sin embargo, la Fed no parece por la labor de llevar a cabo acciones inmediatas porque, siendo lógicos y coherentes, cualquier tipo de acción necesita previamente un estudio pormenorizado. Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal, lo dejaba claro el viernes pasado. Los aranceles son mucho “mayores de lo esperado”, afirmaba, y su inmensa escala hace que sea especialmente importante que el banco central comprenda sus efectos económicos antes de tomar medidas. En sus propias palabras: “Es demasiado pronto para decir cuál será la trayectoria adecuada para la política monetaria».

Según Powell, si bien es muy probable que los aranceles generen al menos un aumento temporal de la inflación, también es posible que sus efectos sean más persistentes y que evitar ese resultado dependería de mantener bien ancladas las expectativas de inflación a largo plazo, de la magnitud de los efectos y de cuánto tiempo tarden en trasladarse plenamente a los precios. Una mayor inflación derivada de los aranceles podría manifestarse “en los próximos trimestres”. El presidente nos recordaba que la obligación de la Fed es garantizar que un “aumento puntual del nivel de precios no se convierta en un problema de inflación persistente”.

La idea generalizada de la Fed es que aún es demasiado pronto para determinar cuál será la trayectoria idónea para la política monetaria, pero en el seno interno la idea generalizada es que se está bien posicionado para abordar los riesgos e incertidumbre. Por ejemplo, si atendemos las declaraciones del vice-presidente del banco, Philip Jefferson, sus palabras apuntaban a que no hay necesidad de apresurarse a realizar más ajustes en los tipos de interés, unas declaraciones en línea a las que esgrimía la gobernadora Lisa Cook explicando que la Fed puede permitirse el lujo de ser paciente, aunque debe de seguir prestando atención.

“Observar y analizar” es compresible si tenemos en cuenta que la Fed es consciente de que, en el momento actual, los riegos para la inflación son al alza y para la actividad lo son a la baja. Si bien es cierto que el impacto inflacionario será transitorio, es probable que el efecto secundario afecte el crecimiento y el empleo. Por lógica, si las empresas no pueden afrontar mayores costes que no pueden trasladar a los clientes, ya sean otras compañías o consumidores, se podrá aceptar un margen operativo más reducido o buscar recortes de ciertos costes, lo que implicaría puestos de trabajo.

Por el momento, el mercado laboral estadounidense sigue gozando de buena salud. El viernes las nóminas no agrícolas aumentaba e 228.000 en marzo, si bien el cómputo de los dos meses previos era revisado a la baja en -48.000. La tasa de desempleo en marzo aumentaba ligeramente, en concreto un +4,2% aunque esto se debía al incremento de la población activa. Por el momento, los recortes de empleo federales por parte de DOGE aun no son visible.

En EEUU; la zozobra era aún mayor. Lo índices en Wall Street daban bandazos al abrir en negativo, repuntar con fuerza y, de manera casi inmediata volver a caer. La causa era un titular de CNBC en el que se citaba a Kevin Hasse, asesor económico de la Casa Blanca y que podría estar considerando una pausa de 90 días en la imposición de aranceles a los países asiáticos, menos a China; aunque esta noticia se consideraba posteriormente como falsa. Pero los mercados reaccionaban con fuerza ante los rumores, evolucionando desde unas caídas iniciales desde un -5% hasta unas subidas significativas, para finalmente cerrar sin movimientos bruscos. El Nasdaq acababa la sesión incluso en verde (+0,1%), mientras el S&P500 tenía pérdidas muy marginales (-0,23%) y Dow Jones un poco más acusadas (-0,93%).

La huida generalizada de los activos más expuestos seguía apuntalando la demanda de renta fija donde podíamos ver una clara reducción en las rentabilidades de los bonos soberanos. Además, el diferencial entre los bonos italianos y alemanes se ampliaba en más de 10 p.b, mientras que el spread franco-alemanes también a crecía. Esto es interesante porque demuestra que la huida hacia activos refugio también es una huida selectiva hacia la calidad.

La alta incertidumbre y los temores comerciales eran recogidos muy claramente por los índices de volatilidad. El VIX superaba el nivel del 60%. Esto es muy reseñable si tenemos en cuenta que solo ha habido dos periodos en las últimas dos décadas en los que el indicador ha cerrado el día por encima de 50: finales de 2008 y principios de 2009, durante el punto más bajo de la crisis financiera mundial; y principios de 2020, durante la ola de ventas del mercado provocada por el coronavirus. Lo mismo podíamos decir del índice de volatilidad del Eurostoxx50, el cual se alzaba hasta el 45,5% aproximándose a máximos históricos.

Más allá de la renta fija y variable, en algunas materias primas también observábamos caídas notorias, como era el caso del petróleo. El crudo Brent se dejaba un -1,65% durante el lunes (64,88 dólares por barril), mientras el WTI lo hacía en un -2,18% (61,39$). Esto extiende unas pérdidas ya de por sí acentuadas durante la semana pasada, cuando el Brent se liquidó casi un 11% a la baja la semana pasada desde los 75 dólares. Está claro que la agresiva guerra arancelaria supone un riesgo evidente a la baja contra la actividad económica, y eso debería reducir la demanda de crudo. El caso es que hay un añadido en este activo, que ha sido decisión de la OPEP+ de aumentar la oferta en mayo más de lo previsto, al tiempo que Saudí Aramco también han decidido recortar en 2,30 dólares por barril el precio oficial de venta de su grado Arab Light en Asia, el mayor recorte desde 2022, lo que supone, nunca mejor dicho, echar más gasolina al fuego.

El pesimismo que se ha visto en los mercados tradicionales ha contagiado a los activos digitales, dominados por el signo rojo. Una vez más, Bitcoin volvía a sufrir significativamente cuando aumenta la aversión al riesgo y teníamos una jornada negativa en todas las criptomonedas. Ayer caía todo. Hasta el oro, ya que los inversores se ponían cortos para cubrir pérdidas en otros mercados. A pesar del retroceso en el precio del oro, los analistas dijeron que seguía respaldado por la fuerte demanda de los bancos centrales, las tensiones geopolíticas y la posibilidad de que la Reserva Federal de EEUU responda a los temores de una desaceleración económica recortando las tasas de interés antes y más rápido este año.