Los inversores se vuelcan en los bonos después de que la Fed refuerce la impresión de que los bancos están al final de su ciclo de subidas

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Intermoney | La reunión de la Fed era precedida de otros encuentros de política monetaria. Uno de ellos era el sostenido por el Norges Bank y que no arrojaba ninguna sorpresa al mantener sin cambios su referencia en el 4,25%, algo comprensible dentro del correcto ejercicio de telegrafiado que está llevando a cabo la entidad noruega en sus acciones. Por ejemplo, en agosto el banco prácticamente confirmó su intención de volver a subir los tipos interbancarios en septiembre como así fue, y en esa reunión de septiembre lo que ofrecieron al mercado era que se telegrafiaba otro movimiento más de 25 p.b. en diciembre al 4,50%. Sin cambiar su postura en la reunión del jueves, el Norges confirmaba que, salvo grandes sorpresas en lo concerniente al IPC, probablemente subiría el coste de los préstamos en diciembre.

Con todo, el Norges Bank se ha visto sorprendido por el repunte en los precios del crudo durante el verano, lo que ha obligado a alterar los planes, ya que en junio se proyectaba un nivel de llegada del 4,25%. Los precios del petróleo serán muy seguidos por la entidad, que también está monitoreando de cerca el comportamiento de la corona que lo ha venido haciendo mejor que ha venido comportándose mejor de lo que apuntaban las proyecciones de junio, a pesar de que desde el banco se señalaba al mayor crecimiento de los salarios y una inflación aún resistente.

La contención de la corona ha sido una de las tareas del Norges Bank, aunque los últimos datos de inflación han dado cierta tregua al banco. El IPC general anual se situó en el 3,3% en septiembre, por debajo del 4,8% de agosto y del 4,2% previsto por el Norges Bank, mientras que la subyacente, se situó en el 5,7% en septiembre, por debajo de la previsión del banco central del 6,2%. Esta evolución más favorable es la que nos hace no descontar al ciento por ciento el último movimiento al alza, puesto que podría tratarse de un anzuelo para que no se aviven las presiones sobre la corona noruega, que estaba siendo uno de los principales problemas para el banco.

Tampoco había que dejar de lado la reunión del Copom del Banco Central de Brasil que proseguía con un nuevo recorte de tipos de 50 p.b. en su reunión de noviembre, en línea con lo esperado, y situando la referencia en el 12,25%. Además, no había sorpresas en cuanto a la postura del banco, y el comunicado daba a entender que se seguirá llevando a cabo otro recorte de 50 p.b. en diciembre, así como a principios de 2024. Y esto es debido a que la tasa real ex- ante, que se descuenta con la inflación esperada en 12 meses, cayó al 8,0%, muy por encima del 4,5% estimado por el banco central para la tasa neutral. Por lo tanto, la política monetaria sigue siendo muy restrictiva. El único aspecto que variaba desde la última reunión era la cautela ante rendimientos más altos de los bonos del Tesoro de los EEUU y tensiones geopolíticas en el extranjero, pero la evaluación de las condiciones internas se mantuvo en gran medida sin cambio, a pesar las declaraciones del presidente Lula da Silva cuestionando la capacidad de Brasil para equilibrar el presupuesto el próximo año.

Sin embargo, la joya de la corona en la sesión de ayer era la reunión del Banco de Inglaterra en la que se mantenía sin cambio el tipo en 5,25% pero lo más interesante era el mensaje que se lanzaba. El BoE explicaba que la política monetaria necesitaría mantenerse estricta durante un periodo prolongado de tiempo, a pesar del panorama económico sombrío que hay. El BoE siempre ha sido muy pragmático en sus acciones y consecuente con el escenario real por lo que resultaba muy clarividente que, en un momento en el que las autoridades monetarias se muestran reticentes a confirmar de manera explícita el daño de las subidas, el banco británico fuese claro al explicar que el crecimiento se mantendría muy por debajo de los promedios históricos en el medio plazo, incluso cuando sus pronósticos indican que la inflación seguirá siendo más persistente de lo que esperaba anteriormente.

En cuanto a su pronóstico, el Banco de Inglaterra sugiere que el gobierno del Reino Unido alcanzará su objetivo de reducir la inflación a la mitad para fin de año, pero solo caerá por debajo de su objetivo del 2% a finales de 2025. Para el corto plazo se espera que el IPC sea del 4,6% este trimestre, lo que significa que el primer ministro Rishi Sunak cumplirá su objetivo de reducir la inflación a la mitad. Para el crecimiento la visión es sombría pues se espera un comportamiento en el 3tr23 del presente año más débil de lo esperado anteriormente, con sólo una expansión del 0,1% en los últimos meses, aunque no hay que subestimar la fuerza de la economía británica.

El panorama pesimista refleja la presión impuesta por las 14 subidas de tipos del banco central desde diciembre de 2021 con el banco estimando que, hasta la fecha, solo se ha sentido aproximadamente la mitad del impacto en el PIB. Otro aspecto interesante era el que daba Bailey con respecto a que el comité se basaría en datos futuros para equilibrar los riesgos entre hacer muy poco y hacer demasiado, pero destacaba que el MPC no había discutido la noción de recortar las tasas. Añadía también que la retirada del apoyo fiscal anterior también podría afectar las perspectivas del Reino Unido, al igual que las limitaciones de oferta.

Después de todo lo explicado y si bajábamos a tierra desde un punto de vista de mercado, la idea que se formaba tras el carrusel de reuniones de política monetaria. Los inversores se han volcado en los bonos gubernamentales después de que la Reserva Federal reforzara la impresión de que los bancos centrales están al final de su ciclo de aumento de tasas y el tono del BoE dando a entender que lo que viene ahora es un tiempo prolongado de tipos de interés en niveles altos era el acicate perfecto para que las posiciones largas en renta fija redujeran los rendimientos. En la curva británica, en el tramo 3-10 años la reducción del rendimiento era superior a los -11 p.b., mientras que tanto en Estados Unidos como en el resto de los países de la zona euro primaban las compras.