Intermoney | Con poca información el lunes y las miras puestas en la reunión de política monetaria de la Fed del miércoles, cabía comentar el siempre polémico resultado de las elecciones venezolanas. El presidente Nicolas Maduro se aseguraba la victoria, lo que supone su tercer mandato de seis años en un resultado que los líderes de la oposición cuestionaban. El Consejo Nacional Electoral anunciaba que Maduro ganaba con 5,1 millones de votos, lo que representa el 51,2% de los votos, frente a los 4,4 millones, o el 44,2% de los votos de su oponente Edmundo Gonzalez; un resultado que se producía después de que el actual presidente había estado detrás de Gonzalez durante semanas por más de 25 p.p.
El continuo control de Maduro en el poder en Venezuela probablemente dificulte a Estados Unidos y sus aliados reanudar las relaciones diplomáticas normales y levantar por completo las sanciones impuestas contra el régimen. El resultado también es un golpe para el gobierno de Biden, que había ofrecido concesiones en los últimos meses a cambio de compromisos de celebrar elecciones libres. La realidad es que Maduro afrontaba las elecciones con un panorama más amable que en otros comicios considerando que la inflación ha corregido tras haber estado en niveles desorbitados. Las cifras de inflación actuales habrían parecido insondables durante lo peor de la crisis económica de Venezuela y reducirla ha supuesto un trabajo.
El esfuerzo del gobierno venezolano para combatir la inflación ha obligado a mantener artificialmente estable el tipo de cambio del bolívar, inyectando unos 2.24 mill. $ a la economía en lo que va de año, alrededor de un 30% más que el año pasado. La limitación del crédito bancario por parte del gobierno ha obligado a los productores de arroz y maíz, principales cultivos para el consumo local, a adoptar esquemas de venta a futuro con sus compradores, mientras que muchos empresarios de pequeñas y medianas empresas han solicitado con frecuencia durante reuniones transmitidas por la televisión estatal que el gobierno revise sus decisiones fiscales e impositivas, para ayudar a aumentar la producción y permitirles pagar mejores salarios.
Por el momento, habrá que ver las medidas que adopta Maduro en aspectos como el petróleo y la inversión extranjera, considerando que EEUU estaba trabajando en facilitar la emisión de licencias limitadas para operar en Venezuela a empresas con producción y activos petroleros existentes. La medida parece diseñada para alentar a las empresas que tienen proyectos congelados debido a las sanciones estadounidenses, como la italiana Eni; sin embargo, evitará otorgar licencias a empresas sin inversiones previas en el país, lo que pondrá un límite a la cantidad de ingresos que Venezuela podría obtener de su industria petrolera.
De producirse esto, para las empresas de combustibles fósiles supondría un impulso, en un entorno donde la tendencia juega a su contra. Otras compañías que están pasando apuros ciertos son las del sector manufacturero donde los empresarios están apuntando a que reconsideran sus planes ante un escenario incierto para la demanda. Los tipos de interés altos, los costes operativos en aumento, la fortaleza del dólar y los precios de venta más bajos de las materias primas están afectando a la actividad en las fábricas. Deere & Co, el mayor fabricante mundial de equipos agrícolas por ventas, ha recortado la plantilla en 2.100 trabajadores de producción desde noviembre, o el 15% de su fuerza laboral por hora, mientras que otra empresa del sector como Agco anunció que recortaría el 6% de su fuerza laboral asalariada en todo el mundo, lo que supone cerca de 800 personas, para fin de año.