Fernando Marcos (Intermoney) | Las expectativas sobre la estabilización de las TIR en los bonos soberanos de la semana pasada resultaron bastante alejadas de la tozuda realidad. Las tensiones geopolíticas, el encarecimiento del brent (93.5 $), las presiones inflacionistas, la apreciación del oro a 1982 $/onza y el anuncio de S&P de una posible bajada de rating de la deuda soberana de Italia, se revelaron infranqueables. el EuroStoxx se dejó más de punto y medio y al otro lado del Atlántico la RV también se tiñó de rojo. Los comentarios del presidente de la Fed certificando la amenaza de nuevas subidas acercó el bono de 10 años americano a 5% por primera vez en 16 años. Estas declaraciones Hawkish, aunque deliberadamente confusas, frustraron cualquier posible rebote de la renta variable. Sin embargo y en general, las bolsas parecen de momento aguantar el tirón, los resultados corporativos están cumpliendo expectativas, y la dialéctica de intimidación de los bancos centrales con el clásico “que viene el lobo” de nuevas subidas, está siendo más eficiente para la RF soberana. En todo caso, contamos con nuevas citas: BCE este jueves, la Fed el 1 noviembre y BoE 2 noviembre.
Con respecto al BCE, conservamos la certeza del mantenimiento de 4.50%, Philip Lane ya adelantó una pausa en las subidas, lo relevante será el posterior mensaje y el tono más o menos agresivo lo que defina el sendero del mercado y en el ámbito americano el PIB del tercer trimestre, que podría superar el 4%. Si el dato se confirma contaríamos con reabrir el debate de nuevas subidas. Esto conllevará necesariamente un endurecimiento de las condiciones de financiación, facilitando el trabajo a los bancos centrales. Hasta entonces, parece que reinará el nerviosismo hasta el jueves, salvo que las tensiones en el Levante se amplifiquen, que pasará a la ansiedad. La evolución posterior, como la situación actual del conflicto, es de singular importancia pues implica a la mayor parte de los países del Oriente Próximo y Medio. La cuestión se centra en la capacidad del gobierno de EE.UU. para convencer a Israel de que retrase una operación terrestre y dar más tiempo a las negociaciones sobre los rehenes y ayuda humanitaria, que enfriaría en parte la tensión. La clave radica en advertir si estamos en uno de los puntos máximos de tensión o aún queda camino de escalada, mientras tanto el dólar seguirá apreciándose como refugio a pesar de las puntuales bajadas. Sobre todo, añade presión al petróleo, un mercado que ya de por sí muy tensionado con la guerra en Ucrania, al que se suma la amenaza de Teherán de un embargo de las exportaciones de crudo a Israel. Ya la semana pasada el gas, aunque es menos líquido, experimento ascensos del 51 %, que se traducirá en un genuino freno a la economía y un impuesto al consumo de los hogares cuya dinámica fiscal debería ser revisada.
El dato de confianza del consumidor canadiense cae a 49.5 desde los 50.2 anterior y en el sur los futuros de acciones en EE. UU. comenzaron la semana con pérdidas, con el Índice de actividad de la Fed de Chicago +0.02 frente al -0.16 anterior, pero a lo largo de la tarde la rentabilidad del tesoro a 10 años americano mejoraba a 4,91% y el Nasdaq 100 se volvía a positivo. Mientras en Europa, apreciamos apenas movimiento lateral en todos los tramos de la curva soberana. Unos escasos datos acompasados entre el silencio y la incertidumbre que despiertan más inquietudes que certezas; apostados sobre la loma solo nos queda esperar.