La Bolsa japonesa, en máximos de 33 años

Lazard Asset Management | La Bolsa japonesa ha alcanzado máximos de más de 33 años, impulsada por varios factores: la visita de Warren Buffett a Tokio en abril, que supuso su aprobación de la renta variable nipona; la debilidad del yen; el aluvión de anuncios de recompra de acciones; y la mejora de las normas de gobernanza en el país. 

En enero de 2023, la Bolsa de Tokio (TSE, por sus siglas en inglés) inició una nueva campaña para animar a las empresas japonesas a ganar atractivo para los inversores, incorporando, por ejemplo, el requisito de que las compañías que cotizan sistemáticamente por debajo de su valor contable presenten un plan de mejora; o instando a las cotizadas a tomar medidas que aumenten su valor corporativo a medio y largo plazo, incluyendo la promoción de una «gestión consciente del coste del capital». 

Las empresas japonesas tienen un enorme potencial para generar más valor corporativo a través de una mayor eficiencia del capital, la reorganización de la cartera de negocios, y la mejora de la rentabilidad de los accionistas. Avanzar en esta dirección puede ser una bendición financiera, como se vio en Estados Unidos en los años 1990 y en Europa en los 2000. En Japón, los inversores que se guían por datos fundamentales pueden estar mejor situados para comprender la situación, efectuar el cambio empresa por empresa y beneficiarse financieramente. En Lazard creen que la magnitud de esta transformación aún no es bien comprendida por la mayoría de los inversores mundiales, ni se refleja en las valoraciones a largo plazo.

El nuevo gobernador del Banco de Japón (BoJ), Kazuo Ueda, ha ordenado una amplia revisión de la política monetaria y una evaluación a largo plazo de las políticas no convencionales que comenzaron hace más de dos décadas. Aunque se mantiene el control de la curva de rendimientos, en Lazard siguen creyendo que el BoJ está en vías de normalización de la política monetaria, ya que el aumento de las expectativas inflacionistas podría provocar cambios positivos en las pautas de consumo y en el comportamiento inversor de los hogares y las empresas japonesas. Además, las iniciativas de deslocalización en la economía mundial y las tendencias seculares a más largo plazo, como la automatización de las fábricas y la electrificación de los vehículos, son favorables para muchas industrias niponas.

Las perspectivas a medio y largo plazo para la renta variable japonesa son cada vez más alentadoras, según Lazard. En la firma reconocen que las condiciones económicas a corto plazo a escala mundial son opacas por la mediocre recuperación post-pandemia en China y unas perspectivas para EEUU que podrían ser más débiles de lo esperado. Sostienen que a la vista de la rapidez con la que han subido los mercados de acciones sin un aumento proporcional de los beneficios empresariales a corto plazo, es razonable que se produzcan oscilaciones o incluso una corrección en los próximos trimestres. Y creen que esto puede crear una oportunidad para que los inversores revalúen la ponderación de su cartera de renta variable japonesa dados los cambios estructurales positivos a largo plazo actualmente en curso.