¿Debemos temer una espiral inflacionista de salarios/precios?

Audrey Bismuth_LFAM

Audrey Bismuth (La Française AM) | Desarrollada por el economista neozelandés William Phillips en 1958, la curva de Philips ilustra una relación empírica negativa entre la tasa de desempleo y la inflación. Esta correlación negativa se transmite a través de los salarios, cuyas variaciones tienden a correr parejas con los precios al consumo. El poder de negociación de los asalariados aumenta si la mano de obra disponible es limitada, es decir, si el desempleo es bajo y las tensiones en las capacidades productivas son elevadas.  Sin embargo, esta correlación se ha difuminado en muchos países desde los años noventa. Hay numerosas razones que explican esta tendencia.

Tras la gran recesión de 2008-2009, el descenso de las tasas de desempleo en Estados Unidos no se tradujo en un aumento significativo de los salarios. Según la Oficina de Estadísticas Laborales (BLS), la tasa de desempleo cayó del 10% a menos del 4% antes de la pandemia de Covid-19, mientras que la tasa de crecimiento salarial se mantuvo estable en torno al 2% durante el periodo 2009-2015, antes de aumentar al 3% entre 2016-2019. Esta relación negativa más débil entre el desempleo y los salarios podría apuntar hacia mayores excesos de capacidad de lo que podrían sugerir las tasas de desempleo. En marzo de 2018, en Francia, un estudio del Instituto Nacional de Estadística y Estudios Económicos (INSEE) indicó que el coeficiente de correlación entre las variaciones salariales y el desempleo en Estados Unidos fue incluso positivo entre 2011 y 2015. Este análisis concluía que «el desempleo influye en las fluctuaciones salariales, pero la productividad sigue siendo un importante factor determinante a largo plazo». Una producción por hora trabajada persistentemente débil puede reducir la rentabilidad empresarial y, en última instancia, repercutir en el crecimiento de los salarios, ya que las empresas se muestran menos dispuestas a conceder aumentos salariales. En septiembre de 2017, una investigación del Fondo Monetario Internacional (FMI) también indicó que el aumento de personas frustradas por trabajar solo a tiempo parcial (es decir, personas a las que les gustaría trabajar más tiempo) y un mayor uso de empleos temporales estaban limitando el crecimiento salarial. Otras razones citadas con frecuencia son el aumento de la automatización, las menores expectativas de crecimiento a medio plazo, el crecimiento del sector servicios y el aumento de la oferta de mano de obra en un contexto de globalización que ha incrementado la competencia entre empresas, sobre todo tras la entrada de China en la Organización Mundial del Comercio (OMC) en la década del 2000.

La pandemia de Covid-19 también ha alterado la dinámica de las relaciones laborales en las empresas, dada la evolución subyacente de la economía mundial. La pandemia, junto con los subsiguientes paquetes de estímulo masivo, ha acelerado el desequilibrio entre la oferta y la demanda en el mercado laboral. Actualmente, en Estados Unidos hay 4,7 millones más de puestos de trabajo disponibles que personas para cubrirlos (Oficina de Estadísticas Laborales, noviembre de 2022). Esta brecha era de 1 millón de personas antes de 2019. El creciente número de empleadores que tienen dificultades de contratación se deriva del desajuste cada vez mayor entre las habilidades, los intereses y la experiencia de los solicitantes de empleo y los puestos que los empleadores quieren cubrir. Según Lightcast (diciembre de 2022), la población activa estadounidense se ha reducido en 2 millones de personas debido al descenso de la inmigración, la jubilación anticipada de los baby boomers y el envejecimiento de la población (según la Oficina del Censo, los estadounidenses mayores de 65 años constituirán el 21% de la población activa en 2035). Por lo tanto, es probable que lleve tiempo sustituirlos o reincorporarlos al mercado laboral, más aún si tenemos en cuenta la importante transferencia de riqueza de los baby-boomers a la Generación Y (millennials) estimada en 68 billones de dólares por un estudio realizado en octubre de 2019 por Coldwell Banker. Sin embargo, la importante disminución del exceso de ahorro acumulado durante la pandemia, dos tercios del cual ya se han agotado (una vez ajustado a la inflación) según los estrategas de Alpine Macro, debería llevar a los estadounidenses a regresar al mercado laboral. Además, son los jóvenes y los empleos menos cualificados la fuente del crecimiento salarial y del mantenimiento de la tasa de desempleo en niveles históricamente bajos. El número de activos de 20 a 24 años sigue 1,7 puntos por debajo de su nivel anterior a la pandemia y los salarios entre los jóvenes de 16 a 24 años han subido más de un 12% según el rastreador salarial de la Fed de Atlanta (enero de 2023), mientras que los salarios aumentaron un 6,3% en general. Además, las mejoras en las condiciones del mercado laboral benefician más a los trabajadores peor pagados. De ahí que su poder de negociación sea cada vez mayor. El rastreador salarial de la Fed de Atlanta muestra que los salarios de los empleados menos cualificados aumentaron un 6,6% en enero respecto al año anterior, mientras que los de los empleados más cualificados subieron un 6,1%.

Aunque la correlación negativa entre desempleo e inflación no siempre es clara, sigue planteándose la cuestión de si el agresivo aumento de los tipos de interés -principal herramienta de los bancos centrales en la lucha contra la inflación- está totalmente justificado, ya que ¿podría arrastrar a la economía mundial a la recesión y a una pérdida innecesaria de puestos de trabajo. ¿Es probable que se consolide una espiral salarios-precios, tan temida por los banqueros centrales?

En sus Perspectivas de la Economía Mundial de octubre de 2022, el análisis del FMI de situaciones similares a la de 2021, cuando la inflación aumentaba y el crecimiento salarial era positivo pero los salarios reales y la tasa de desempleo estaban estancados o bajaban, era tranquilizador. El FMI mostró que «dado que las alteraciones inflacionistas se están originando fuera del mercado laboral, la caída de los salarios reales está ayudando a frenar la inflación y la política monetaria se está endureciendo de forma más agresiva, las posibilidades de que surjan espirales persistentes de precios y salarios parecen limitadas». El último informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) también señalaba que «en los países de renta alta, el crecimiento de los salarios reales ha sido inferior al de la productividad desde 2000. Mientras que el fuerte descenso del crecimiento de la productividad laboral durante 2020 redujo momentáneamente la brecha, la erosión de los salarios reales en el primer semestre de 2022, combinada con un crecimiento positivo de la productividad, ha vuelto a aumentar la brecha entre el crecimiento de la productividad y el de los salarios». Este estudio señala que, en 2022, la brecha entre el crecimiento de la productividad y el de los salarios alcanzó su punto más alto desde principios del siglo XXI, con un crecimiento de la productividad 12,6 puntos porcentuales por encima del crecimiento de los salarios. Por lo tanto, parece «haber margen en muchos países para aumentar los salarios sin temor a generar una espiral salarios-precios«. Por último, los economistas señalan que la disminución de la población activa será un factor que contribuirá a reducir la inflación a largo plazo. Con un menor crecimiento de los ingresos, el gasto de los consumidores disminuirá, y el mercado laboral debería reequilibrarse mediante una tasa de desempleo de equilibrio natural más baja (NAIRU, Non-Accelerating Inflation Rate of Unemployment, es decir, la tasa de desempleo más baja que puede mantenerse sin provocar un aumento de la inflación). La NAIRU ha disminuido gradualmente desde finales de los años 80, desde el 6,3% hasta el 4,4% actual. Según la Oficina Presupuestaria del Congreso, debería descender hasta el 4,25% en 2032.