Gilles Moëc (AXA IM) | El FOMC se reúne de nuevo esta semana con una incertidumbre general no menor que la del mes pasado. Es cierto que la confrontación comercial ha dado paso a las negociaciones, aunque su resultado sigue siendo incierto, pero al mismo tiempo la exacerbación de las tensiones en Oriente Próximo pone en duda lo que había sido uno de los pocos factores favorables para la economía mundial en los últimos tiempos: la caída de los precios del petróleo. Hay dos parámetros que seguiremos de cerca para evaluar el riesgo de una crisis petrolera persistente: la posición de los países del Golfo —y en particular de Arabia Saudí— con respecto al suministro de petróleo, y la probabilidad de que se interrumpa el flujo de petróleo a través del estrecho de Ormuz. Aún es pronto, pero, en general, el riesgo parece controlable.
Como suele ocurrir con las crisis de Oriente Próximo en las que está involucrado Irán, la cuestión clave es si el estrecho de Ormuz permanecerá abierto al flujo de petróleo. La tentación de actuar allí puede ser mayor de lo habitual para Teherán, no solo por la magnitud del ataque, que exige una represalia significativa, aunque solo sea para apaciguar a los sectores más radicales de su país, sino también porque la capacidad de Irán para llevar a cabo acciones indirectas contra Israel se ha visto muy mermada tras la pérdida de influencia en Siria y los reveses militares de Hezbolá en el Líbano. Sin embargo, se trata de una opción de último recurso, ya que el cierre del estrecho provocaría la asfixia económica del propio Irán y podría desencadenar amenazas existenciales para la supervivencia del régimen.
Volviendo a EE UU; si no fuera por los choques exógenos (los aranceles y el petróleo), parece que la Fed ha concluido con éxito el ciclo de política monetaria posterior a la pandemia, por utilizar la expresión de Christine Lagarde sobre el BCE hace dos semanas. Los datos de mayo del IPC estadounidense fueron especialmente alentadores. Resulta sorprendente que no haya señales tangibles de que los aranceles estén empezando a surtir efecto, ya que incluso los precios de los productos manufacturados básicos se mantuvieron moderados, lo que parece desmentir la valoración de la Fed sobre la primera guerra comercial de 2018-2019, según la cual el impacto se trasladaría rápidamente. Sin embargo, una diferencia clave entre entonces y ahora es que, en esta ocasión, el nivel de preparación de las partes interesadas estadounidenses era mucho mayor. La acumulación de existencias podría retrasar la transmisión.
Aunque es muy probable que la Fed reafirme esta semana su actitud de «esperar y ver», el gráfico de puntos del FOMC para 2026 y 2027 podría reflejar cierta divergencia entre los miembros, con la aparición de grupos halcones y palomas, divididos sobre los riesgos de persistencia de la inflación en EE UU. No nos sorprendería que solo se anunciara un recorte en el nuevo gráfico de puntos. Sin embargo, creemos que el gráfico de puntos será más interesante para los años siguientes. Suponiendo que la proyección mediana no cambie con respecto a marzo, se prevén tres recortes (hasta el 3,37 %) en 2026. Sin embargo, la dispersión en torno a la mediana podría ser más interesante que la propia mediana. De hecho, podríamos ver un grupo de «palomas» presionando para que se produzcan recortes más rápidos, con una convergencia más rápida hacia la neutralidad.