Michele Morganti (Generali Investments) | Tras las elecciones en EE. UU., seguimos aumentando la exposición a renta variable, aunque a un nivel de sobreponderación aún moderado. Hay tres factores en juego: el ciclo postelectoral suele ser positivo, la relajación de la Reserva Federal también lo es y observamos una rotación continuada desde el sector tecnológico estadounidense hacia sectores y países no tecnológicos. Además, el flujo de caja libre es muy positivo y las condiciones financieras están mejorando gracias a los recortes de tipos, el aumento de la masa monetaria (M2) y unos bonos corporativos todavía atractivos.
Por último, las sorpresas macroeconómicas vuelven a ser positivas y nuestros modelos de gestión del riesgo favorecen a la renta variable frente a la deuda pública. Vemos cerca de un 3%-6% de rentabilidad real para EE. UU. y un 7%-15% para Europa en 12 meses. A medio plazo, si Trump consigue acercar los dos conflictos a un alto el fuego, la aversión al riesgo podría disminuir aún más y las empresas estarían más dispuestas a invertir.
Dicho esto, los riesgos a corto plazo están representados por unos tipos más altos y una atractiva valoración de Estados Unidos. La prima de riesgo relativamente más alta de la Unión Económica y Monetaria (UEM) con respecto a EE. UU. (en máximos históricos) puede persistir a corto plazo mientras los inversores esperan medidas concretas de fiscalidad, aranceles y desregulación en EE. UU. Mientras tanto, las acciones de la UE se ven presionadas por la incertidumbre política interna y el menor crecimiento previsto de los beneficios a largo plazo: el coeficiente PEG estadounidense (‘precio por acción’ -PE- dividido por el crecimiento previsto del beneficio por acción -BPA- a largo plazo) es inferior al de la UEM. Nuestro indicador de temor al comercio también apunta a un riesgo continuado para la UEM.