Stefan Rondorf (Allianz GI) | El “efecto loto” se usa para describir superficies superhidrofóbicas: las gotas de agua prácticamente no se quedan en la superficie, sino que resbalan y se llevan la suciedad con ellas. Como los líquidos no llegan a adherirse, al pasar un paño queda todo limpio. Al igual que el agua sobre una hoja de loto, muchas de las incertidumbres parecen deslizarse por los mercados sin dejar rastro.
Para empezar, el mundo se enfrenta a varias tensiones geopolíticas: el bombardeo israelí en instalaciones nucleares iraníes (incluidos ataques aéreos de las fuerzas estadounidenses) provocó uno de los episodios de mayor volatilidad de los últimos tiempos. A la hora de valorar este tipo de riesgos, es clave entender cómo pueden afectar a la economía y a los mercados. Aunque el precio del petróleo se disparó, se mantuvo dentro de unos niveles razonables y la situación se calmó en cuanto la escala del conflicto se suavizó. Por eso, es probable que el impacto sobre la confianza económica sea limitado. Más allá del petróleo, los mercados reaccionaron con bastante tranquilidad, lo que ayudó también a contener las consecuencias económicas.
Más allá de la incertidumbre política, las perspectivas económicas y la evolución de la inflación siguen generando inquietud entre los inversores. No obstante, hasta ahora muchos de estos temores se han ido dejando de lado. Por ejemplo, las consecuencias de las políticas comerciales restrictivas que el Gobierno de EE.UU. puso en marcha el pasado 2 de abril parecen estar bajo control, al menos por el momento. Desde el punto de vista económico, se han producido efectos anticipados, sobre todo en el sector manufacturero; y, en el escenario político, el cambio de rumbo de Donald Trump respecto a los aranceles y las barreras comerciales ha reducido de forma significativa el impacto de las medidas anunciadas a principios de abril.
La moratoria de 90 días decretada por Trump está a punto de terminar, y la incertidumbre sigue presente, tanto para las empresas como para los consumidores. El escenario base sigue indicando una posible caída en la inversión y en el consumo. Además, aunque algunos aranceles se han rebajado de forma temporal, el Gobierno federal estadounidense está ingresando más dinero por derechos de importación. Esto implica un aumento de costes, bien para los importadores o exportadores (que ven reducidos sus márgenes) o directamente para los consumidores, que afrontan precios más altos.
Hasta ahora, el impacto de estos efectos en los datos económicos ha sido relativamente limitado: muchos proveedores siguen vendiendo productos que ya tenían almacenados antes del anuncio de los aranceles, aunque en las encuestas ya han adelantado que están preparados para subir precios en cuanto sea necesario. Por tanto, existe el riesgo de que se mantenga esa combinación tan poco favorable de menor actividad económica y subida de precios.

El “efecto loto” en los mercados también se apoya en la esperanza: la esperanza de que, después de varios vaivenes, el Gobierno estadounidense opte por no aplicar políticas excesivamente perjudiciales para la economía y los mercados. Parte de los beneficios derivados de los aranceles podrían destinarse a financiar una prórroga en la bajada de impuestos que se aprobó en 2017. Incluso se plantean nuevas deducciones fiscales, por ejemplo, para las horas extra o las propinas. Además, los mercados confían en que, antes del 9 de julio, se puedan alcanzar acuerdos de última hora (aunque solo sean simbólicos) para reducir los aranceles y las restricciones comerciales.
Fuera del escenario político estadounidense y de todo su “espectáculo” mediático, también hay cierta esperanza en que Europa haga avances en algunas de sus asignaturas pendientes (como la unión bancaria), reactive la demanda y reduzca parte de la burocracia que afecta a la oferta. En Alemania, algunos indicadores adelantados empiezan a mostrar señales de mejora, lo que podría interpretarse como un primer paso positivo.
Dichas expectativas funcionan como esa capa protectora de la hoja de loto sobre los mercados. Algunos índices, liderados por el S&P 500, han alcanzado recientemente nuevos máximos históricos, y el panorama técnico vuelve a ser esperanzador. Sin embargo, aunque las valoraciones han mejorado claramente desde mediados de abril, es poco probable que el margen acumulado sea suficiente para soportar posibles sorpresas negativas inesperadas. Crucemos los dedos para que esa capa protectora siga aguantando.
Dicho esto, tómese un respiro de vez en cuando y deje que las preocupaciones del día a día resbalen un poco, como el agua sobre una hoja de loto.