Pablo Duarte (Instituto de Investigación Flossbach von Storch) | La presente semana ha comenzado con noticias que no auguran un futuro prometedor para la economía de la Eurozona. El Índice de Gestores de Compras (conocido por sus siglas en inglés como PMI) ha desvelado una continuada debilidad en la economía. El sector servicios, que hasta mediados de año había jalonado la economía real, persiste en su contracción, mientras que el sector manufacturero no muestra signos de recuperación. Asimismo, la Encuesta sobre Préstamos Bancarios en la Zona del Euro (Euro Area Bank Lending Survey, BLS) ha evidenciado que la demanda crediticia sigue en declive, las condiciones financieras continúan endureciéndose y no se anticipa un cambio en esta tendencia para el próximo trimestre.
A pesar de estos indicadores de fragilidad en la economía real, las decisiones de política monetaria han ratificado las expectativas de un interludio después de que el Banco Central Europeo (BCE) aumentara diez veces seguidas las tasas de referencia. El BCE persiste en su enfoque de depender de los datos, reevaluando sus decisiones en cada reunión. En este contexto, los datos inflacionarios que se divulguen en los meses venideros serán cruciales para la formación de expectativas en los mercados financieros. Al analizar en conjunto los datos de inflación y actividad económica, se percibe que el periodo de estanflación, que ha caracterizado a la economía desde 2021, podría desembocar en una recesión, dado que la moderación inflacionaria ha sido acompañada por una actividad económica cada vez más languideciente. No resultaría descabellado postular que la Eurozona podría enfrentar una recesión en un contexto de inflación más elevada que la experimentada durante la breve recesión pandémica.
En contraposición, la economía real de los Estados Unidos creció en octubre, y el sector manufacturero, previamente rezagado, muestra signos de recuperación. Además, durante el tercer trimestre del año, la economía estadounidense registró un crecimiento del 1,2% con relación al trimestre anterior, lo que se traduce en un 4,9% anualizado. De cara a la próxima reunión sobre política monetaria, se prevé que la Reserva Federal mantenga sus tasas en el nivel actual. Las condiciones financieras más restrictivas de las últimas semanas consolidan las expectativas de una pausa, pero el elevado índice inflacionario y la resiliencia económica explican por qué los mercados no anticipan significativas reducciones en las tasas hasta mediados del próximo año.