Deepshikha Singh (Crédit Mutuel AM) | Mientras Donald Trump se prepara para asumir el cargo, es probable que su presidencia plantee desafíos significativos al impulso global que respalda la inversión sostenible. El primer mandato de Trump estuvo marcado por un retroceso en las medidas de protección del medio ambiente, la retirada de Estados Unidos del Acuerdo de París y un escepticismo hacia la ciencia del clima. Además, estas políticas afectaron al ecosistema global de finanzas sostenibles, por lo que su regreso podría poner a prueba una vez más la resistencia de la inversión ESG.
Estados Unidos: ESG en la encrucijada
Las políticas energéticas anticipadas de Trump, centradas en la reactivación de los combustibles fósiles, podrían socavar los avances logrados bajo la Administración Biden. La Ley de Reducción de la Inflación (IRA, por sus siglas en inglés), aclamada como una pieza legislativa transformadora para la inversión en energías limpias, podría enfrentarse a desafíos, incluida la reducción de la financiación o la alteración de las disposiciones. Cabe señalar que no esperamos una derogación total de la IRA, ya que podría perjudicar el crecimiento de los puestos de trabajo en el sector manufacturero nacional y las inversiones en energías limpias, la mayoría de las cuales han beneficiado a distritos y estados dirigidos por legisladores republicanos. Además, una derogación total de la IRA podría afectar negativamente al sector estadounidense de las energías limpias en su competitividad frente a China. Sin embargo, el probable apoyo de Trump a los combustibles fósiles y el retroceso de las políticas climáticas podrían crear importantes obstáculos para el sector y también para las empresas comprometidas con la reducción de su huella de carbono. Si los incentivos federales para las energías renovables se reducen, mientras que el apoyo a las industrias energéticas tradicionales aumenta, podría afectar potencialmente a la rapidez y amplitud con que las empresas de EE. UU. cumplen con sus planes de descarbonización.
Para los inversores, las perspectivas son desiguales. Los inversores pueden ser testigos de recortes significativos en la acción climática federal y en las normas de información. El elegido por Trump para presidir la SEC, Paul Atkins, se ha opuesto abiertamente a las normas de divulgación climática de la SEC. Sin embargo, es probable que estados como California y Nueva York sigan fijando objetivos climáticos ambiciosos. Además, los grandes inversores institucionales podrían apoyar la demanda de activos sostenibles, ya que tanto los riesgos financieros del cambio climático como el deseo de resiliencia a largo plazo siguen siendo preocupaciones centrales para los gestores de activos y los fondos de pensiones.
A principios del 2024, las ramas de inversión de JP Morgan Chase y State Street anunciaron su salida de Climate Action 100+, mientras que Goldman Sachs abandonó la Net Zero Banking Alliance en diciembre (tras salir de la CA100+ en agosto). Las empresas financieras estadounidenses se han enfrentado a una creciente presión por parte de los políticos republicanos sobre su pertenencia a grupos de acción por el clima y sobre otros compromisos ESG, argumentando que podría suponer una infracción de la legislación antimonopolio o del deber fiduciario. No obstante, la creciente concienciación sobre el riesgo climático entre las instituciones financieras y la importancia de la inversión sostenible han seguido impulsando las asignaciones en este campo, incluso sin apoyo federal. Por ejemplo, la plataforma «Aladdin Climate» de BlackRock permite a los inversores evaluar los riesgos climáticos, mientras que Goldman Sachs y Bank of America se han comprometido a destinar 750.000 millones y 1,5 billones de dólares, respectivamente, a la financiación sostenible para 2030. En los tres primeros años desde el anuncio del objetivo de 1,5 billones de dólares en 2021, Bank of America declaró haber movilizado e invertido 560.000 millones de dólares en financiación sostenible hasta septiembre de 2024.
Europa: el impulso climático continuará
Europa está preparada para reforzar su liderazgo en finanzas sostenibles, especialmente mientras trabaja para cumplir sus compromisos de la COP29 en Bakú. Con la Taxonomía de la UE, el Reglamento sobre Divulgación de Información Financiera Sostenible (SFDR) y el Acuerdo Verde Europeo como ejes de su estrategia ESG, es probable que la zona euro eleve el listón de la inversión sostenible. La presidencia de Trump podría exacerbar la división transatlántica, impulsando a los reguladores europeos a endurecer aún más sus normas para defender los objetivos climáticos internacionales y mantener una ventaja competitiva en el mercado mundial.
Para los inversores mundiales, esta divergencia puede destacar a Europa como centro neurálgico de los activos sostenibles. Las empresas europeas que se alineen con las estrictas normativas ESG podrían atraer más capital, mientras que las compañías estadounidenses que luchan por cumplir las normas internacionales podrían enfrentarse a costes más elevados y a un acceso reducido a los mercados extranjeros. La alineación de la industria financiera europea con el Acuerdo de París y los objetivos de la COP29 presenta oportunidades para aquellos que priorizan las inversiones verdes. Europa también podría tratar de influir en los mercados financieros mundiales mediante la ampliación de los requisitos de divulgación ESG para las empresas que operan a nivel internacional, lo que podría afectar a las empresas multinacionales con sede en los EE.UU. y en otros lugares.
En caso de que el Gobierno federal estadounidense dé prioridad a la desregulación y a los combustibles fósiles, los países europeos podrían reforzar su compromiso con la neutralidad del carbono, instituyendo potencialmente nuevos mecanismos comerciales como los impuestos de ajuste fronterizo del carbono. Estas políticas podrían aumentar los costes para las industrias de altas emisiones en EE.UU., motivando indirectamente a las empresas estadounidenses a alinearse con las normas ESG globales para seguir siendo competitivas en los mercados europeos.
Consecuencias globales: el efecto dominó
En el escenario global, las políticas de Trump podrían obstaculizar los esfuerzos climáticos multilaterales, como se vio durante su primer mandato. Su regreso podría cuestionar los compromisos adquiridos en el marco del Acuerdo de París y desalentar la acción colectiva en materia de financiación climática. Sin embargo, los resultados de la COP29, en particular el objetivo de triplicar la capacidad de energía renovable y duplicar la eficiencia energética para 2030, sugieren que el mundo está avanzando con o sin el apoyo federal estadounidense. Trump ha prometido sacar a EE.UU. del Acuerdo Climático de París, tal y como consiguió hacer brevemente durante su primer mandato. Abandonar el Acuerdo significaría que Estados Unidos no tiene que informar sobre sus emisiones cada año. Además, EE.UU. tendría responsabilidades legales más débiles para proporcionar financiación climática a los países en desarrollo. Esto podría debilitar la financiación mundial para el clima y restar presión a otros países importantes, como China, para que sean más ambiciosos en sus propias estrategias de descarbonización.
No obstante, esperamos que los países de Asia y del Sur Global sigan desarrollando proyectos de energías limpias y de adaptación impulsados por inversiones privadas y multilaterales. Iniciativas como el Marco de los EAU para la Resiliencia Climática Global y la Alianza para la Transición a la Energía Limpia serán fundamentales para llenar los vacíos que dejará la retirada de EEE.UU. del liderazgo mundial en materia climática. Los países que ya se han comprometido con objetivos cero neto, como Japón, China y Canadá, probablemente seguirán avanzando, creando un esfuerzo de sostenibilidad multipolar en el que múltiples regiones asuman el liderazgo independientemente del enfoque federal estadounidense.
Conclusión
La resiliencia de la inversión sostenible radica en su capacidad para adaptarse a los ciclos políticos. Si bien las políticas de Trump pueden suponer un desafío para algunos aspectos de la inversión ESG, es poco probable que se revierta el abrumador cambio en los mercados globales hacia la sostenibilidad. Los inversores, impulsados tanto por la gestión del riesgo como por las oportunidades, seguirán integrando factores ESG en sus carteras, incluso frente a la oposición. La demanda de inversiones transparentes y responsables persistirá, independientemente de quién ocupe la Casa Blanca. De hecho, el segundo mandato de Trump podría incluso subrayar la urgencia del liderazgo del sector privado para impulsar el movimiento de inversión sostenible en EE.UU. y en otros lugares.