La política de Francia es un motivo de preocupación europeo, pero el país no es la Grecia de 2008; es un país rico que puede financiar su déficit

Déficit excesivo de Francia

Intermoney | La inestabilidad política francesa se ha intensificado, algo que se produce a pesar de las concesiones del primer ministro, Michel Barnier, en los presupuestos a Reagrupación Nacional, el grupo de Marine Le Pen. Entre las concesiones de Barnier, se abandonaba la propuesta para reducir los reembolsos de medicamentos y no acometer un aumento en los impuestos sobre la electricidad. No obstante, el primer ministro no aceptaba la indexación de las pensiones a la inflación ya que todas las solicitudes de enmiendas al presupuesto costarían casi 10.000 M€ frente al objetivo de recortes de gasto de 60.000 M€. con el objetivo de reducir el déficit del 6,1% estimado este año al 5,0% del PIB en 2025. El desacuerdo ha obligado a que el primer ministro tuviera que aprobar los presupuestos por decreto a través del ahora famoso Artículo 49.3, que permite adoptar legislación sin votación.

Barnier cuenta con el apoyo de unos 211 diputados, los macronistas, centristas y conservadores, en una cámara que tiene 577 escaños, frente a los 193 de la alianza de izquierdas y los 140 de la extrema derecha. Por ello, la caída del Ejecutivo es casi segura, menos de tres meses después del nombramiento de Branier. Con el Parlamento más fragmentado que nunca para que prosperase la moción de censura, debería contar con el RN de Le Pen y la coalición de izquierdas votando conjuntamente, algo que, aunque por ahora no está confirmado por la parte de RN, no es para nada descartable.

La delicada situación política que atraviesa Francia se subraya en que para disolver nuevamente el parlamento y convocar elecciones a la Asamblea habría que esperar hasta julio, mientras que en ese tiempo los ministros permanecerían en funciones con un estatus interino, pero con la imposibilidad de llevar a cabo las reformas de gasto estructural necesarias para equilibrar unas cuentas presupuestarias muy mermadas. Los mercados siguen atentos al panorama político. Por ejemplo, el diferencial entre los bonos franceses y alemanes se amplió hasta los 88 p.b., cerca del nivel más alto desde 2012, mientras que el CDS de Francia sube a máximos desde 2020 por el riesgo de colapso del gobierno francés de Barnier.

La política de Francia es un motivo de preocupación europeo, pero no conviene sobredimensionarla. Francia no es la Grecia de 2008; es un país rico que puede financiar su déficit y esto hay que tenerlo en cuenta. Las cuestiones relativas al panorama político galo no están generando una alta preocupación sobre el BCE, que tiene puestas las miras en otros puntos.

Ayer, el miembro del Comité, Piero Cipollone, comentaba las cuestiones arancelarias explicando que reducirán tanto el crecimiento económico como la inflación en la zona euro en un horizonte temporal más lejano.

La clave para el banco central es que, si se materializaran los riesgos a la baja, la dependencia de los datos permite actuar con mayor rapidez para evitar caer en equilibrios negativos, como bien hacía saber Martins Kazaks, otra espada de nuestro banco central, y eso es lo que, en base a sus palabras, marcará el ritmo y la profundidad de las acciones del BCE. Según el letón, si las perturbaciones del comercio mundial conducen a un debilitamiento significativo de las perspectivas de crecimiento de la zona del euro el banco podría adoptar una senda más pronunciada de recortes, lo mismo que si la incertidumbre conduce a una acumulación excesiva de ahorros y/o una caída significativa de las inversiones, intensificando así los riesgos de recesión