Los mercados parecen resistir la tensión bélica en Oriente Medio, nada que ver con el 24 de febrero de 2022. ¿Tiene sentido esta relativa calma? No del todo

Guerra abierta entre Israel y Palestina

Javier Méndez Llera (Instituto Español de Analistas) | Ante el sorpresivo ataque de las milicias palestinas a zonas del territorio israelí y la respuesta contundente de este país (con llamada a miles de reservistas y declaración de guerra incluida) se vuelve a producir un nuevo episodio de lo que habitualmente denominamos un evento de impacto “geopolítico” en los mercados financieros. Tenemos todavía muy reciente la invasión rusa a Ucrania, pero con algo más de memoria nos recuerda especialmente situaciones como las repetidas crisis del petróleo de los años 70 del pasado siglo. Muy especialmente la llamada guerra del Yom Kippur, que inició una escalada sin precedentes de los precios del petróleo y eventualmente el primer gran impacto de la “estagflación” en las economías occidentales. Sin duda, este resultó ser el evento “geopolítico” de mayor impacto de todos los vividos en los últimos años, con una caída superior al 40% de la bolsa americana en los siguientes doce meses al inicio de la guerra, frente, por ejemplo, a una caída de solo un 3% doce meses después de la invasión americana a Irak.

Como es habitual en estos casos, las primeras reacciones de los mercados son el denominado flight to quality, que suele implicar un movimiento hacia activos refugio como el oro y el dólar. Por otro lado, se produce de forma automática una ampliación de las distintas primas de riesgo de los activos financieros. Con ello, los primeros perjudicados son los activos de renta variable, al incrementarse las tasas de descuento de los flujos esperados de los resultados de las compañías. El efecto sobre la renta fija (bonos con riesgo de duración) está menos claro. Antes del comienzo de las hostilidades, los mercados estaban muy presionados (ventas de bonos, subidas de yields) por el entorno actual de incertidumbre sobre las próximas actuaciones de los bancos centrales. Probablemente, los inversores estaban ya encontrando valor a estos niveles de rentabilidad, a lo que se habría unido un flujo de entrada proveniente de las ventas de Equity.

De entrada y en el momento de escribir esta nota los mercados parecen, en su conjunto, bastante resilientes a la tensión bélica. Exceptuando un repunte mínimamente significativo del petróleo (y del gas, pero por otras causas no directas) parece imponerse la calma a la espera de ulteriores acontecimientos. Desde luego, por el momento, nada que ver con el 24 de febrero de 2022. ¿Tiene sentido esta relativa tranquilidad a fecha de hoy por parte de la mayoría de los mercados? Pensamos que no del todo:

  1. La situación resulta especialmente perturbadora para una eventual normalización de uno de los focos más peligrosos no solo para Israel sino para toda la zona como es la relación entre Irán, Arabia Saudita y los EE.UU.
  2. La situación política general se encuentra en uno de los momentos más sensibles de la propia política interna de los EE.UU. lo que podría provocar decisiones de índole política no previstas por los mercados.
  3. Los efectos sobre el abastecimiento del petróleo pueden verse seriamente distorsionados en caso de disrupciones en el transporte por el estrecho de Ormuz.
  4. Los precios del petróleo siguen muy volátiles y cualquier escalada adicional del conflicto puede provocar un nuevo repunte más significativo.
  5. Seguimos sin noticias más esperanzadoras sobre las expectativas de la tendencia de la inflación. La “estanflación” ni está si se le espera por el momento, pero seguro que ya forma parte de la ecuación general de los estrategas de los mercados.