Mejora del IPC americano: en términos interanuales, el incremento, al 4,9%, resulta una décima mejor que el 5% esperado

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Ana Racionero (Intermoney) | En la tarde de ayer, Villeroy salía en defensa del sector bancario europeo cuando aseguraba que los bancos del viejo continente se enfrentan a una supervisión más estricta que muchos de sus homólogos estadounidenses, ya que están sujetos a los requisitos de Basilea y han demostrado su solidez durante las turbulencias del mercado. Además, se estarían beneficiando de las subidas de los tipos de interés. Schnabel comentaba que la inflación subyacente, al contrario que la general, no habría experimentado aún un cambio de tendencia, razón por la cual el BCE debía hacer más para devolverla al 2%. Decía ver los tipos al alza hasta que la subyacente dé un giro sostenible, y afirmaba que los recortes de tipos que descuentan algunos inversores para este año son altamente improbables.

La cuestión del techo de gasto se quedaba ayer finalmente sin resolver, dado que McCarthy rechazaba una prórroga a corto plazo horas antes de su reunión con el presidente Joe Biden, hecho que lastraba a las bolsas y elevaba el rendimiento de las letras americanas a corto plazo, retrasando los vencimientos que superan el 5% a gran parte de las de julio. Los swaps de incumplimiento crediticio sobre los bonos del Tesoro americano a un año se han disparado hasta niveles récord, y el coste del seguro de impago de E.E. U.U. ya eclipsa al de países como Brasil, Méjico o Grecia, a medida que se acerca el día en el que el gobierno se quede sin dinero. Biden y McCarthy quedaban emplazados nuevamente para el próximo viernes. Ante semejante panorama, El Tesoro ha recortado el tamaño de las subastas de sus valores a más corto plazo a la vez que ha anunciado la emisión de tres nuevas letras de gestión de tesorería, en un intento de gestionar las necesidades de endeudamiento en el contexto actual de incertidumbre.

Las distintas declaraciones en tono “hawkish” de diferentes miembros del BCE a lo largo del día de ayer y la abultadas ventas de deuda de esta semana, concentradas la mayor parte de ellas en el largo plazo, hacían encontrarnos hoy con los bonos a la baja y un empinamiento de la curva.

Nagel volvía a hablar un día más, indicando que el BCE podría estar llegando al tramo final de su ciclo de subidas de tipos, si bien ayer mismo comentaba que éstos deberían seguir subiendo. Stournaras, por su lado, también comentaba que el banco central estaría cerca del final del ciclo de subidas, y que se podría decir que éstas terminarán en 2023. Muller decía que sigue siendo necesario subir los tipos, pero no tan rápido, ya que la ralentización de las subidas permite al BCE evaluar las medidas adoptadas hasta ahora. También hacía alusión al programa APP de compra de bonos, cuya reinversión de los que vencen concluye en julio, lo que, en su opinión, influirá en los tipos de interés a más largo plazo, completando así los efectos más a corto plazo derivados de la política monetaria. Lagarde declaraba que las perspectivas de inflación podrían enfrentarse a importantes riesgos al alza; que aún queda camino por recorrer, que hay que estar muy atento a los riesgos salariales, y que la recesión no es la base para 2023. La lectura final del IPC alemán de abril no deparaba sorpresas y confirmaba las cifras provisionales. La producción industrial italiana decrecía en abril respecto al mes anterior y caía por encima de las estimaciones. A pesar de que las bolsas europeas caían en las horas previas al dato de inflación americano, Calyon y ABN despuntaban después de unos resultados en el primer trimestre que superaban las estimaciones.

El IPC americano subía en abril, tal y como estaba previsto, un 0.4% respecto de marzo, tanto en su versión general, como subyacente. En términos interanuales, el incremento, al 4.9%, resultaba una décima mejor que el 5% esperado. La interanual subyacente igualaba el 5% previsto. Esta leve mejora del IPC provocaba un “rally” de bonos e impulsaba a las bolsas.