BBVA Research | Los datos recientes muestran que China avanza hacia la coexistencia de una ralentización del crecimiento y deflación. Dado que el país sigue teniendo suficiente margen en lo que a políticas se refiere, creemos que iniciará un proceso de «japonización».
La actividad económica, incluidas la producción industrial, la inversión en activo fijo y las ventas minoristas, mantuvo su senda descendente en julio.
China experimenta una desaceleración económica generalizada, tanto por la parte de la oferta como de la demanda. La economía se ve lastrada principalmente por las ventas minoristas y la crisis del mercado inmobiliario.
Esta circunstancia, unida al descenso de las exportaciones y al aumento de las importaciones, así como al persistente entorno deflacionista, apunta a que la fuerte recuperación anterior de China se frenó al disiparse los efectos de la reapertura, lo que exige mayores estímulos por parte del gobierno central para revertir el malestar económico.
Para resolver los problemas y revertir la situación es necesario redoblar el apoyo monetario y fiscal desde el gobierno central en lo que resta de año a fin de aliviar el deterioro de la situación financiera de los hogares y las empresas, así como para restablecer la confianza del mercado.
No obstante, teniendo en cuenta el margen de China en lo que a políticas se refiere, creemos que su economía iniciará un proceso de «japonización», con una constante «recesión de los balances» y un entorno deflacionista, aunque nunca es fácil encontrar la fórmula que permita un equilibrio entre los estímulos y la estabilidad financiera.