Santiago Martínez Morando, jefe de análisis económico y financiero (Ibercaja) | El crecimiento del PIB en España volvió a sorprender de forma positiva en el segundo trimestre según los datos preliminares del INE, ya que presentó un aumento del 0,8%, la misma tasa que en el primer cuarto del año (revisada unas centésimas al alza), y esto provocó una aceleración de tres décimas en la tasa interanual, hasta el 2,9%, el mejor dato desde el inicio de 2023.
Como en el trimestre anterior, volvió a ser clave la aportación de la demanda externa, ya que fue de nuevo de 0,5 puntos porcentuales de los 0,8 que creció el PIB en el trimestre. Las exportaciones crecieron un 1,2%, con un aumento destacado de las exportaciones de servicios turísticos (2,5%), mientras que las importaciones cayeron un -0,2% trimestral. En cuanto a la demanda interna, las mejores noticias provinieron de la inversión (0,9%), mientras que fueron más modestos los incrementos del consumo de los hogares (0,3%) y del consumo público (0,2%), y la acumulación de inventarios restó una décima.
Si atendemos a la evolución interanual, de nuevo tuvo un papel importante aunque en este caso no mayoritario la contribución de la demanda externa: 0,9 p.p. de los 2,9 que aumentó el PIB. Las exportaciones crecieron un 3,6% interanual (con un 12,8% para las de servicios turísticos) y las importaciones un 1,4%. El consumo crecía un 2,3% tanto para los hogares como para el sector público y la inversión un más modesto 1,2%, con datos similares para la construcción (1,2%) y la inversión en bienes de equipo (1,3%) y ligeramente menores para los productos de propiedad intelectual (0,8%).
Desde el punto de vista de la oferta, la expansión fue generalizada, si bien, destacó el aumento del valor añadido en la industria manufacturera (5,6%), que creció más que en el sector agropecuario (2,9%), en el de servicios (2,7%) y en la construcción (2,4%). Dentro de los servicios, tuvieron un desempeño más expansivo los de comercio, transporte y hostelería (4,0%), información y comunicaciones (3,3%) y actividades de entretenimiento y otros servicios (3,3%) y un crecimiento más modesto los financieros (1,6%) e inmobiliarios (1,0%).
En definitiva, el comportamiento del PIB sigue sorprendiendo al alza. Su positivo desempeño descansa en buena medida en la fuerte expansión de las exportaciones de servicios, y dentro de estos, de los turísticos. Los hogares siguen siendo cautos, ya que el consumo (2,3% interanual) y la inversión en construcción residencial (2,4%) crecen por debajo de los salarios por trabajador (4,4%). Este puede ser uno de los motivos que impide una mayor expansión de la inversión, ya que las empresas tienen que hacer frente a estos aumentos de los costes laborales, que no están siendo compensados por la productividad (0,9% interanual).
IPC
Según el dato preliminar publicado hoy por el INE, el crecimiento del IPC se moderó seis décimas en España en el mes de julio, hasta el 2,8% interanual. La tasa subyacente se contuvo, también hasta el 2,8%, aunque en este caso desde el 3,0%. Se trata del menor incremento del IPC desde febrero, si bien, vimos tasas más bajas el año pasado, con un mínimo del 1,9% en junio. Sin embargo, para ver un dato inferior en la tasa subyacente hay que remontarse hasta a enero de 2022.
El INE avanza que la moderación se debe al descenso de los precios de la electricidad y la alimentación y, en menor medida, al menor aumento de los precios de ocio y cultura. En el caso de la electricidad, la contención proviene de la rebaja del IVA y los precios del mercado libre, ya que en el mercado regulado subieron en julio hasta 71€ de media desde los 56€ de junio, de forma que el descenso interanual se redujo hasta el -21% desde el -40%.
Si atendemos a las variaciones mensuales se advierte que la desaceleración de los precios fue debida exclusivamente al efecto base, ya que el IPC creció una décima por encima del promedio de los veinte años anteriores, y la tasa subyacente aumentó en seis décimas más. En agosto, el efecto base puede suponer un ligero alivio, pero no será así a partir de septiembre, sobre todo en octubre y noviembre, de forma que puede producirse una nueva aceleración de los precios si no se consigue avanzar en la desinflación, sobre todo en los grupos de gasto donde está habiendo más resistencia: los alimentos, afectados por problemas de oferta, y la restauración, que parece beneficiarse de la elevada demanda, en particular del turismo extranjero, y de los cambios en los hábitos de consumo.