Eurozona: un halcón (Schnabel) ya ve probable bajar los tipos en 2024

Edmond de Rothschild AM | Ahora que los mercados esperan recortes de tipos en 2024, los inversores se fijarán en la economía y en los datos de empleo e inflación en particular para respaldar estas expectativas. La semana pasada, la encuesta JOLT confirmó que el mercado laboral se estaba ralentizando, con menos aperturas de las esperadas. El número de vacantes en comparación con el de desempleados cayó bruscamente en octubre, pero aún no ha vuelto a los niveles anteriores a la Covid-19. Del mismo modo, el ISM de servicios subió en comparación con el mes anterior, otro indicio de la resistencia de la economía estadounidense. El componente de empleo se mantuvo estable y no alcanzó las expectativas.

Antes de las reuniones de la Fed y el BCE, los miembros del comité de la Fed juran silencio. No así en Europa. Isabel Schnabel, del BCE, declaró que los últimos datos de inflación le habían hecho cambiar de opinión. Ahora cree que las subidas de tipos han terminado y que sería difícil dejar los tipos donde están en 2024. Las yields de los bonos a largo plazo reaccionaron a la baja. El Bund alemán a 10 años volvió a caer hasta el 2,20%, un nivel que no se veía desde el pasado mes de mayo.

Por el contrario, Kazuo Ueda, gobernador del muy acomodaticio Banco de Japón, dijo que podría ser posible subir los tipos. Sin embargo, no dio ninguna fecha. Sus comentarios hicieron subir las yields de la deuda pública y el yen, pero la subida se redujo cuando la segunda estimación del PIB del tercer trimestre arrojó una caída del 0,70%, resultado del menor gasto de los hogares.

Los precios del petróleo retrocedieron hasta los niveles de julio, al sufrir la OPEP+ un golpe a su credibilidad. Los ministros rusos y saudís se mostraron decididos a apuntalar los precios, pero su efecto fue limitado. El descenso del precio del petróleo también podría reflejar una menor demanda debida a la ralentización de las economías.

Seguimos plenamente invertidos en renta variable. Seguimos prefiriendo la duración, que debería beneficiarse de la ralentización de la inflación y de los mercados laborales y que debería ofrecer protección si la economía se deteriora de forma más acusada. Sin embargo, dada la fuerte caída de la deuda pública, tanto en EE.UU. como en Europa, desde finales de octubre, hemos tomado algunos beneficios en duración.