Intermoney | El miércoles, los indicadores de actividad teutones reflejan de manera clara las dudas hacia la actividad. En el día de ayer, las referencias de confianza empresarial elaboradas por el Instituto IFO dejaban un mal sabor de boca de manera generalizada pues los tres índices retrocedían. El relativo a la situación empresarial se situaba en los 87,7 pts; bastante por debajo de lo esperado (89,4 pts) y por detrás de unas cifras anteriores que también eran rebajadas. El IFO de la situación actual marcaba los problemas presentes para el país (85,7 pts) y el empeoramiento de la situación actual (89,7 pts) dejaba claro que los riesgos seguirán muy vivos. Por sectores, el empeoramiento del sentimiento era casi generalizado. El subíndice de servicios, el cual había sido el principal resistente, se adentraba en terreno negativo (-3,0 pts).
La conclusión que podemos sacar es que tras el optimismo visto en los meses anteriores de cara a un impulso del gasto público germano y los vientos a favor de reformas económicas, las compañías recelan de los primeros pasos del ejecutivo germano, cotizando la idea de pocos planes para reformas creíbles. De hecho, desde el propio instituto se criticaba los planes de recortar las inversiones en el presupuesto básico y su efecto reductos sobre la inversión en infraestructuras.
Además, la encuesta refuerza la evidencia de que el aumento de los aranceles estadounidenses está lastrando la economía alemana y esto quedaba claro en los sectores manufacturero y comercial; ambos remarcando sus caídas. Este obstáculo probablemente provocará un débil crecimiento del PIB en el tercer trimestre de 2025; aunque podría haber una mejora a finales del año. En Alemania hay un problema y es que “las cosas de palacio van despacio”. Seis meses después de que se aprobase el plan de reforma de deuda parece que el impulso empezará más tarde de lo previsto, probablemente a mediados del próximo año. El motivo es que, tras un retraso en la aprobación el gasto se ha visto limitado.
Hay que tener en cuenta las cifras que baraja el ejecutivo. El gobierno de coalición alemán presentó al parlamento su proyecto de presupuesto para 2026, proponiendo 174, 3 mm. € en préstamos, más de tres veces el nivel de 2024, un récord de 26,7 mm. € en gastos de inversión (un 10% más que en 2025 tras un aumento ya pronunciado este año) y alrededor de 117,2 mm. € en gastos de defensa, incluidos fondos especiales, lo que equivale aproximadamente al 2,8% del PIB, mientras que el apoyo a Ucrania se ha fijado en 8,5 mm. €. El presupuesto materializa los objetivos de la coalición, elevando el gasto y el endeudamiento a niveles nunca vistos desde la pandemia de COVID-19 y marca una ruptura radical con la postura fiscal tradicionalmente conservadora de Alemania. Merz ha prometido un otoño de reformas, pero las diferencias entre las coaliciones probablemente ralentizarán el progreso en materia de bienestar social, fiscalidad y política energética y resultarán en compromisos diluidos. Sin embargo, hay dudas con respecto a si el gasto en inversión acabará materializándose como se
apuntaba, pues el mercado empieza a considerar como probable que los grandes proyectos de infraestructuras que se planteaban al principio tengan una menor dotación ya que se destinen fondos para otros gastos como las pensiones.