Audrey Bismuth (La Française AM) | Japón, el Reino Unido y Alemania se encuentran entre los países desarrollados del G7 que entraron oficialmente en recesión técnica a finales de 2023, con dos trimestres consecutivos de retroceso económico. Las economías del Reino Unido y Alemania se contrajeron un 0,3% en el cuarto trimestre de 2023, mientras que el PIB de Japón se contrajo un 0,1%. Estos descensos ponen de manifiesto la fragilidad de la recuperación económica mundial tras la pandemia del COVID-19, la invasión rusa de Ucrania y la continua erosión del poder adquisitivo.
Mientras que la actividad estadounidense está mostrando una mayor resistencia gracias a que los hogares han recurrido a los ahorros acumulados desde la pandemia y al aumento del gasto público, la economía europea se enfrenta a una débil confianza de los consumidores ante el encarecimiento de la vida, así como a una débil confianza de las empresas ante el aumento de los costes energéticos, la aceleración de los salarios nominales y las escasas ganancias de productividad en un contexto de elevados costes de endeudamiento, ligados a la política monetaria muy restrictiva de los bancos centrales. Estos retos subrayan la necesidad de respuestas políticas específicas, adaptadas a las especificidades de cada economía. Según las previsiones oficiales, este año aumentará el ritmo de crecimiento en la Unión Europea (UE) y el Reino Unido. Las previsiones económicas de invierno de la Comisión Europea anticipan una tasa de crecimiento del 0,9% en la UE y del 0,8% en la zona euro (EA), frente al 0,5% de ambas regiones en 2023. Las Perspectivas Económicas Mundiales de enero de 2024 del Fondo Monetario Internacional (FMI) prevén un modesto aumento del crecimiento para el Reino Unido, del 0,5% en 2023 al 0,6% en 2024.
Sin embargo, la incertidumbre se cierne sobre el panorama económico, arrojando sombras sobre las perspectivas de una recuperación sostenida. La Encuesta de Expectativas Económicas (EEE), realizada por el Instituto IFO (Institut für Wirtschaftsforschung, por sus siglas en alemán), en cooperación con el Instituto de Política Económica Suiza (IWP), revela la preocupación por la posibilidad de recesión en algunos países a finales de año, especialmente en Alemania y en el Reino Unido, con una probabilidad del 38%, frente al 26% de Estados Unidos. Factores como los acontecimientos geopolíticos, los precios de la energía, la inestabilidad política y la dinámica del gasto de los consumidores contribuyen a aumentar la percepción del riesgo entre los expertos económicos. Estas incertidumbres subrayan la importancia de medidas gubernamentales proactivas (consolidación fiscal, reformas estructurales para mejorar la capacidad de oferta europea) y de una calibración prudente de las políticas monetarias para evitar bajar los tipos de interés demasiado pronto o demasiado tarde, minimizando así los riesgos y garantizando la resistencia de la economía europea.
El optimismo para las economías británica y europea en 2024 se basa en tres catalizadores principales: un descenso gradual de la inflación, un sólido crecimiento salarial y una orientación más laxa de la política monetaria a lo largo del año. Los indicadores adelantados, como el ZEW y el Sentix, muestran una mejora, sobre todo en el sector manufacturero, que debería recuperarse tras dos años de escaso crecimiento. Este resurgimiento del sector manufacturero, que constituye un impulso necesario para el empleo y los gastos de capital, es un buen augurio para el comercio mundial a pesar de la fragmentación geoeconómica que debería persistir.
Se prevé que las presiones inflacionistas, que han sido motivo de preocupación, disminuyan en 2024, ofreciendo un respiro a los responsables políticos. El FMI prevé un descenso de la inflación media anual general y subyacente para cerca del 80% de las economías mundiales en 2024. La Comisión Europea prevé un descenso de la inflación IPCA[1] del 6,3% al 3,0% en la UE y del 5,4% al 2,7% en la EA, con previsiones similares para el Reino Unido. Estas previsiones ofrecen unas perspectivas más favorables para la estabilidad de precios, lo que permitirá a los bancos centrales adoptar políticas monetarias acomodaticias para apoyar el crecimiento económico. De hecho, es probable que el Banco Central Europeo (BCE) y el Banco de Inglaterra (BoE) empiecen a recortar los tipos de interés a partir de junio de 2024, lo que ya se refleja en la ligera relajación de las condiciones crediticias desde el cuarto trimestre de 2023. Este giro pesimista se produce tras un agresivo endurecimiento de la política monetaria en respuesta a los picos de inflación.
En conclusión, se espera que el crecimiento del Reino Unido y de la zona euro se fortalezca a principios de 2024, apoyado por el aumento de la renta real disponible, el fuerte crecimiento de los salarios y la rigidez del mercado laboral. También se espera que contribuyan positivamente al crecimiento las medidas de estímulo, como el programa de la UE Next Generation (medida temporal de 2021 a 2026) y los recortes fiscales en el Reino Unido, que deberían anunciarse el 6 de marzo. En cuanto a la política monetaria, se espera que el BCE y el Banco de Inglaterra adopten un enfoque prudente en la calibración de las políticas monetarias debido al riesgo de persistencia de la inflación subyacente (excluidos los artículos volátiles, la energía y los alimentos) y a los riesgos geopolíticos. La prioridad de los banqueros centrales sigue siendo el control de la inflación, a menos que se produzcan perturbaciones económicas importantes (deterioro de la macroeconomía, riesgos para la estabilidad financiera).