Umberto Tamburrino (Generali Investments) | La transición energética en Europa requiere de una fuerte inyección de capital, lo que supone grandes oportunidades para la inversión en activos privados. En 2023, se invirtieron en Europa 320.000 millones de euros, una cifra récord. España ha desempeñado un papel importante en el sector de las infraestructuras energéticas al reforzar con éxito su capacidad energética procedente de fuentes renovables. En Europa, la transición energética está impulsada no sólo por oportunidades comerciales, sino también por necesidades específicamente europeas, en particular:
- La necesidad de lograr la independencia energética lleva a Europa a invertir cada vez más en energías limpias. Las últimas estimaciones de la Agencia Internacional de la Energía (AIE) indican más de 350.000 millones de euros de inversión anual en el sector entre 2026 y 2030 para el continente.
- El deseo de las empresas de tener visibilidad a largo plazo sobre los precios de la energía, que ha llevado a quintuplicar la capacidad de energía renovable contratada mediante Acuerdos de Compra de Energía (PPA) entre 2019 y 2024.
- Un aumento sustancial de la complejidad provocado por un modelo energético descentralizado e intermitente, en el que el almacenamiento de energía se hace indispensable, como demuestran los datos de SolarPower Europe: En 2024 se produjo un crecimiento del 15% en BESS (Battery Energy Storage Systems)instalados (equivalente a 22 GWh); Se estima que, en los próximos 4 años, las nuevas instalaciones anuales de BESS en Europa serán de unos 90 GWh al año, con lo que la capacidad total alcanzará los 400 GWh en 2029.
Los proyectos de transición energética en los que nos centramos son principalmente proyectos de infraestructuras con las ventajas defensivas y las características típicas de esta clase de activos.
Como activos reales que prestan servicios esenciales, las infraestructuras ofrecen resistencia a lo largo del ciclo, una característica que también aporta una menor volatilidad en comparación con muchas otras clases de activos.
También es importante destacar la contribución en términos de diversificación de la cartera, gracias a una baja correlación con otras grandes clases de activos, y de protección contra la inflación, ya que los flujos de caja de los proyectos suelen estar indexados a la inflación.
Al invertir como accionistas del proyecto, en la mayoría de los casos con participaciones mayoritarias, también podemos mantener un fuerte control durante las fases de construcción y explotación, lo que nos permite reducir eficazmente los riesgos y maximizar el valor de los activos.
Pero quizá la característica más interesante sea la estabilidad de los flujos de caja, que conseguimos en nuestros proyectos contratando ingresos y costes a largo plazo, lo que proporciona distribuciones constantes y muy predecibles.
La transición a una economía de emisiones cero representa uno de los mayores despliegues de capital de la historia y requerirá, según estimaciones de la AIE, más de 2 billones de dólares en inversiones anuales en todo el mundo de aquí a 2030.
Estas cifras son aproximadamente el doble del gasto real en 2023, teniendo en cuenta que alrededor del 50% de la transición energética implica energías renovables, redes, flexibilidad y electrificación. Para alcanzar esta escala de inversiones, es necesaria una contribución significativa de los inversores institucionales, especialmente para la construcción de nuevas infraestructuras, no sólo para la adquisición de activos existentes.
La transición es, de hecho, una historia de «build-out» más que de «buy-out», y de “greenfield” más que de «brownfield». El papel central de las energías renovables, que por su naturaleza producen energía intermitente, ha transformado el reto de la transición: ya no se trata sólo de satisfacer una demanda fija, sino de gestionar la variabilidad de la oferta, puesto que la producción de energía renovable no depende de la demanda del mercado, sino de las condiciones meteorológicas.
En este contexto, las tecnologías que facilitan la integración de las energías limpias, aportando flexibilidad al sistema, representan la propuesta de inversión más interesante.