¿Hasta cuándo, gran banca chapucera (o algo peor), abusarás de nuestra paciencia?

Manuel Moreno Capa

Manuel Moreno Capa (Director de GESTORES) | “Money in the bank” es la expresión que utilizan los anglosajones cuando quieren decir que algo está asegurado, que no puede fallar. “Es como tener el dinero en el banco”. Obvio. Desde la antigua Roma (por referirnos a un mercado que hace 2.000 años ya era global, pues llegaba desde Siria hasta el muro de Adriano), siempre hay alguien que tiene que dar seguridad, que tiene que garantizar que el dinero está ahí, protegido. Algo muy importante también para la inversión colectiva, donde es fundamental la figura del depositario.

Ya que nos hemos ido hasta Roma, el reciente escándalo de Archegos –consentido por la impericia y el mal hacer de grandes bancos internacionales como Crédit Suisse y Nomura–, nos obliga a repetir aquella primera “Catilinaria” que Cicerón pronunció ante el senado romano en el 63 AC: “¿Quousque tandem, Catilina, abutere patientia nostra?”. Una imprecación que ahora deberíamos traducir así: “¿Hasta cuándo, gran banca chapucera (o algo peor), abusarás de nuestra paciencia?”.

Porque es abusar de la paciencia del mercado y de los inversores que, a estas alturas, haya todavía grandes bancos que desprecian su principal función: dar seguridad a todo el sistema. ¿Tan pronto hemos olvidado cómo se desplomó el sistema financiero hace algo más de una década por culpa de la chapucera avaricia de ciertas entidades?

Si no es por este olvido del pasado reciente, por este desprecio de una de las principales funciones de los bancos, ¿cómo se explica que grandes entidades de renombre, como Crédit Suisse y Nomura, confiaran en las oscuras operaciones de un sujeto como Bill Hwang y su engendro Archegos? Y digo “engendro” porque parecía un “hedge fund” o una firma de inversiones, pero disfrazado de “family office” (su cobertura legal, precisamente la que tiene menos exigencias legales de transparencia). Pero lo que sí se sabía es que este supuesto financiero ya tenía antecedentes por el uso de información privilegiada y por intentos de manipulación del mercado chino, acusaciones que hace ya una década provocaron su expulsión del negocio de los “hedge funds”. Y para que te expulsen de un mercado tan peculiar como el de los fondos “hedge” o de cobertura –caracterizado por el riesgo de sus operaciones y las a menudo agresivas estrategias de sus gestores–, realmente hay que traspasar muchas más líneas rojas que en el mercado convencional de fondos. Es decir, si en un mercado como del de los “hedge funds”, mucho más “permisivo” que el tradicional, te expulsan, será por algo. Y eso, obviamente, parece que no inquietó a los departamentos de riesgos de Crédit Suisse y de Nomura, lo cual es un gravísimo error… A no ser –lo que sería más grave aún– que alguien sí estuviera bien informado de los manejos del señor Hwang y, por algún motivo inconfesable, hiciera la vista gorda.

Este mirar para otro lado, o no enterarse, ha provocado un agujero inicialmente estimado inicialmente en 30.000 millones de dólares, un abismo que se abrió precisamente cuando otros bancos dieron aviso y se disparó la famosa y temible “margin call”, algo que ocurre cuando el mercado va en contra de un apalancamiento demasiado fuerte y obliga al “hedge fund” afectado a depositar fuertes sumas para cubrir posibles pérdidas. Si el fondo no responde a esta “llamada de margen” o “petición de margen”, los bancos que han financiado las operaciones dudosas pagan el pato, tanto en un agujero en sus cuentas (aún por calcular detalladamente y que podría ser superior a la cifra inicial estimada), como en su cotización bursátil, que se desplomó y arrastró a la de otros grandes bancos internacionales. Y no es para menos, ya que quienes hicieron la llamadita, la “margin call”, fueron Goldman Sachs y Morgan Stanley, que ordenaron la venta masiva de acciones propiedad de Archegos tras detectar que el artefacto pilotado por Bill Hawn no era capaz de responder con las garantías extra solicitadas. Esta venta masiva provocó fuertes caídas en muchas tecnológicas chinas y en unas cuantas norteamericanas. Se estima que la liquidación total sumó los 30.000 millones de dólares. Pero, insisto, aún no se sabe el volumen exacto del agujero y su efecto en las cuentas de Nomura y de Crédit Suisse.

¿Es que algunos representantes de la gran banca internacional aún no han aprendido la lección? No solamente hemos visto ya, a lo largo de las últimas décadas, varios estallidos de “hedge funds” excesivamente apalancados, sino que sabemos que infectar el sistema financiero de “subprime” y otras inmundicias hizo temblar a la economía mundial a principios de este siglo XXI. Pero parece que nada de esto ha evitado que algunas entidades olviden para que sirve, básicamente, un banco: para tener el dinero ahí, en el banco, más protegido que bajo el colchón.

Si en vez de eso, en vez de proteger el dinero y calibrar bien los riesgos, el banco apalanca alegremente las operaciones de un tipo como Hwang (a quien, recuerden, ya habían expulsado hace años del mercado de los “hedge funds”, cuando dirigía el Tiger Asia), ya vemos los resultados: sufren las cotizaciones bancarias, sufren los mercados y, por supuesto, sufren los inversores en fondos.

Y todo, por una chorizada más. La enésima. Y no será la última, sobre todo si algunos se lanzan a buscar ganancias rápidas y se saltan todas las líneas rojas para recuperarse de los estragos de la pandemia. A ver si, por lo menos, los reguladores espabilan, porque si no también ellos se merecerán nuevas “Catilinarias”.