Las empresas siguen siendo optimistas, ¿resistencia o negación?

Caroline Gauthier

Caroline Gauthier (Edmond de Rothschild AM) | Poco a poco, los inversores están pasando de vigilar la inflación a preocuparse por el crecimiento. Se han dado cuenta de que los bancos centrales podrían correr el riesgo de desencadenar una recesión para frenar la inflación, sobre todo porque el aumento de los precios quizá no haya tocado techo. La cuestión ahora es cuánto durará la desaceleración. ¿Tendremos un aterrizaje suave o forzado?

Ante la incertidumbre, los mercados han retrocedido bruscamente. La cautela de los inversores se refleja en la presión vendedora en los mercados de renta variable europeos y en el posicionamiento altamente defensivo. Y, sin embargo, si hacemos un sondeo entre las empresas, éstas están lejos de ser catastróficas. Al contrario. Pocas veces el optimismo de las empresas ha diferido tanto del pesimismo del mercado.

LAS EMPRESAS SIGUEN SIENDO OPTIMISTAS, ¿SE TRATA DE RESISTENCIA O DE NEGACIÓN?

Aunque las empresas y los analistas no suelen anticiparse, la mayoría de los CEOs están dando señales positivas.

A pesar del encarecimiento de las materias primas, la energía, el transporte, la logística y la mano de obra, los beneficios siguen revisándose al alza gracias a la persistencia de una demanda sólida, la capacidad de subir los precios y unos márgenes que siguen estando relativamente controlados. Asimismo, los CEOs no niegan la desaceleración económica que se está produciendo, sino que insisten en una mayor resistencia y en su capacidad para capear las crisis.

En general, las empresas europeas han aprendido de la crisis financiera de 2008 y de la pandemia de la Covid-19 para ser más ágiles a la hora de sortear las condiciones de incertidumbre.

Han reducido los costes fijos y adaptado los costes variables. Los gastos de viaje se han reducido desde la pandemia y también los alquileres de las oficinas, ya que la gente trabajaba desde casa. No obstante, también han introducido medidas de transformación para impulsar la productividad con la automatización y el aumento de la digitalización para hacer frente a la escasez de mano de obra. Algunas industrias también han realizado inversiones para poder cambiar su fuente de energía en caso de que se corte el suministro de gas y otras han renovado rápidamente el diseño de sus productos para hacer frente a la imposibilidad de conseguir chips electrónicos.

Los flujos de caja se encuentran en los niveles más altos de los últimos 20 años, lo que garantiza que las empresas tienen margen de maniobra incluso para afrontar una grave recesión. El apalancamiento financiero sigue siendo razonable y el endurecimiento de las condiciones financieras sólo afectará a las empresas más endeudadas o a las menos desarrolladas que requieran una financiación externa regular.

Encontramos la misma actitud optimista en los proyectos de inversión y adquisición. Las empresas están decididas a encontrar motores de crecimiento adicionales antes de que la situación económica se normalice.

Creemos que el factor clave para encontrar un buen equilibrio para las empresas es una demanda final sólida. Si los salarios no suben, la demanda podría verse afectada por una inflación persistente.

Hasta ahora, la fuerte demanda ha permitido a la mayoría de las empresas repercutir los costes de producción. Y, los riesgos sobre posibles recortes de beneficios que han aparecido se han debido, por el momento, a problemas de oferta o a la falta de personal para atender a las carteras de pedidos récord. Otra razón es el desfase entre el aumento de los costes y los ajustes al alza de los precios.

Sin embargo, las amenazas en el segundo semestre podrían provenir de la demanda. Las primeras señales empiezan a aparecer en los sectores del consumo y la construcción.

Esperamos que se revisen a la baja las actuales expectativas de dos dígitos de crecimiento de los beneficios europeos. Aun así, los resultados deberían terminar el año al alza gracias al apalancamiento operativo, el aumento de los precios (y, por tanto, de las cifras de ventas), la depreciación del euro para los exportadores, el apoyo de las cuentas de ahorro personales y el impacto gradual de la reapertura de las economías.

UNA EXTREMA DESCONEXIÓN HA LLEVADO A UNA FUERTE Y MÚLTIPLE CONTRACCIÓN

Los resultados han tenido una tendencia al alza, por lo que el descenso del mercado desde que comenzó el año se debe principalmente a la contracción múltiple. El precio de mercado a 12 meses ha caído de 17 veces hace un año a 11,2 veces. Aunque las revisiones a la baja de los beneficios podrían llevarla un poco más arriba, creemos que muchos precios de las acciones ya están descontando una fuerte desaceleración.

Excluyendo las perturbaciones externas, el segundo semestre debería ofrecer interesantes puntos de entrada en algunos valores cíclicos y de growth. Las valoraciones de las acciones cíclicas tienen ahora en cuenta sobre todo una recesión y los valores growth ya se han visto perjudicados por las subidas de los tipos de interés y, podrían alcanzar su punto máximo en el próximo semestre.

La selección de valores sigue siendo esencial. Estamos convencidos de que los valores de alta calidad con un fuerte poder de fijación de precios, una ventaja competitiva, un balance saneado y un flujo de caja boyante saldrán ganando. Las empresas de sectores estratégicos como la sanidad, la energía, la agricultura, la defensa y la tecnología también deberían verse favorecidas siempre que coticen a niveles razonables. Todos estos sectores han adquirido un interés nacional y/o regional tras el estallido de la guerra de Ucrania.