Lo que hay que saber sobre infraestructuras

Ignacio Resusta

Ignacio Resusta (UBS AM) | Las infraestructuras privadas cuentan con más de un billón de dólares en activos bajo gestión. Esta clase de activos abarca ahora una amplia gama de negocios como la energía, el transporte o la infraestructura digital y social. También se ha ganado la reputación de ser un activo refugio estable, especialmente cuando los mercados han sufrido turbulencias en los últimos años.

Sin embargo, los inversores tienen que hacer frente a la rápida evolución de dinámicas en torno a cuestiones como el medio ambiente, la política, la tecnología y la competencia. 

La evolución de la definición del concepto infraestructuras

Las infraestructuras abarcan una amplia gama de sectores que prestan servicios esenciales a los ciudadanos, incluidos los activos que satisfacen las necesidades de energía, transporte y comunicación de la sociedad. También pueden incluir otros, como los residuos y el agua, la sanidad y otras áreas de primera necesidad (véase el gráfico 1).

Históricamente, los gobiernos de todo el mundo eran los principales inversores en infraestructuras, y en muchos lugares siguen siéndolo. Sin embargo, el capital privado ha cobrado cada vez más importancia. La tendencia comenzó en Australia en los años 90, con la privatización de activos de infraestructuras de propiedad estatal, y se ha extendido por todo el mundo a Europa, Canadá, EE.UU. y, finalmente, incluso a los mercados emergentes.

Los fondos de infraestructuras privados han demostrado tener un gran historial en la explotación eficiente de este tipo de activos, a menudo mejorando su rendimiento en comparación con los de propiedad estatal, al tiempo que satisfacen los requisitos de rentabilidad de sus inversores. Por ello, estos vehículos de inversión se han convertido en parte esencial del ecosistema de infraestructuras de muchos países del mundo.

Sin embargo, hay ciertos matices en torno a lo que realmente se considera una inversión en infraestructuras. Si se basara simplemente en la prestación de servicios esenciales, incluso el supermercado o la farmacia locales se considerarían infraestructuras, pero no lo son. Tradicionalmente, las inversiones en infraestructuras no son sólo activos tangibles que prestan servicios esenciales a la sociedad, sino que también incluyen otros atributos como elevados costes de capital, larga vida útil de los activos, madurez tecnológica, flujos de caja estables y contratos a largo plazo. En el gráfico 2 se resumen estas características.

En el pasado, una inversión tenía que cumplir la mayoría de estas características de la lista para calificarse de infraestructura. Pero ahora, más allá de los requisitos de «servicio esencial» y «larga vida útil del activo», hay otros más flexibles. El número de aspectos que aún deben cumplir depende de la tolerancia al riesgo y de la estrategia del inversor.

La importancia de algunos de estos atributos ha disminuido con el tiempo, simplemente debido a la evolución y madurez natural de esta clase de activos.

Las generosas subvenciones a las energías renovables incentivan a los inversores a aceptar riesgos en la adopción de nuevas tecnologías. Además, teniendo en cuenta los factores favorables en negocios como las telecomunicaciones y la infraestructura digital, hay menos demanda de flujos de caja en los contratos a largo plazo, ya que la gran visibilidad del crecimiento mitiga algunos riesgos. Los inversores también están más dispuestos a movilizar capital en mercados competitivos, siempre que los fundamentales sean atractivos.

Por último, también puede cambiar lo que se considera esencial. Por ejemplo, los inversores reconocieron la importancia de las infraestructuras de telecomunicaciones especialmente durante la pandemia de la Covid-19, cuando el teletrabajo se convirtió en la norma y la conexión a Internet de banda ancha pasó a ser algo tan necesario como la calefacción y el agua. Las telecomunicaciones pasaron de representar el 7% del flujo mundial de operaciones de infraestructuras en 2017 al 16% en 2022.