Más madera

Julio López (Attitude Gestión SGIIC) | Zeuxis de Heraclea fue a la Antigüedad lo que Dalí o Picasso a la modernidad. Tan grande era su fama que llevaba en la capa su nombre bordado con letras de oro, si bien no era del agrado de todos. Una de sus obras más celebradas, hoy desaparecida, fue Niño con Uvas, en la que la uva parecía tan real que los pájaros se acercaban a picotearla. El propio pintor explicó “he pintado mejor las uvas que el niño; pues si hubiera triunfado tanto en éste, el pájaro habría sentido miedo”. Con esta obra pretendía vencer a Parrasio de Éfeso, el otro gran pintor de aquella época y con quien había decidido hacer un concurso para determinar quién de los dos era mejor. Cuando le llegó el turno a Parrasio, Zeuxis le pidió que corriera la cortina de su pintura… había ganado Parrasio, pues esa cortina era el cuadro. El propio Zeuxis reconoció “Yo he engañado a los pájaros, pero Parrasio me ha engañado a mí”.

Muchas veces es difícil distinguir entre realidad y ficción. Muchas comparaciones se están viendo estos días, entre el mundo que teníamos a finales del siglo XX con el apogeo de Internet y su posterior explosión, y el toro de la Inteligencia Artificial con el que lidiamos 26 años más tarde, y si se podrá torear con soltura o por el contrario nos dará un estupendo volteo ahora que estamos esperándole rodilla en tierra, a puerta gayola. Lo único que tengo claro es que la respuesta no la tendremos en menos de un año, con todo lo que conlleva para las decisiones de inversión. Para los más pesimistas sobre las inversiones en IA, decirles que luchan contra un morlaco que no es solo de carne y hueso, al que se le pudiera enfrentar con alguna estrategia de derribo, sino que, como decía el poeta, está hecho del material con el que se construyen los sueños, y eso complica la “racionalidad” y aunque al final acierten diciendo que puede ser una tecnología acumulativa más que disruptiva y haya innumerables inversiones erradas, lo hagan con las bolsas un 50% por encima de donde están ahora. Recuerdo que, en septiembre de 1999, ya se hablaba de burbuja de Internet. Pues bien, de septiembre de 1999 a marzo del 2000 el NASDAQ subió nada menos que un 66% antes de explotar. No es fácil escapar de la perversión, aunque no juegues la burbuja. Si te concentras en los valores ajenos al globo, tienes que soportar ventas continuas de los fondos indiciados, que tienen que ajustar las carteras comprando lo que sube de ponderación y vendiendo lo que baja. Por eso los beneficios de jugar contra las burbujas lo recojan los hijos, porque los padres que lo intentaron seguramente estén criando malvas. Lo mejor pues, es si no quieres jugar al momentum, armarte de paciencia y esperar a la vuelta; será más provechoso si explota la burbuja, vender a la baja cuando es un cuchillo afilado cayendo.

Pero para los de la EGB y los que nos consideramos más macro que especialistas tecnológicos, ese año de 1999, fue el último año donde el gobierno americano emitió una nota diciendo que, en el siguiente trimestre, necesitaría financiar 11.000 millones de dólares menos que en el trimestre anterior. Un Gobierno con superávit sí que suena ahora como algo de ciencia ficción. Eran tiempos mucho más optimistas que los actuales donde la economía crecía sin paliativos, se vivía un momento de paz global, y nadie discutía el Gran Poder Americano. La casilla de salida estaba mucho menos contaminada que la actual. La deuda pública americana se encontraba ligeramente por encima de los 5 trillones de dólares americanos. Estos días se han superado los 38 trillones de deuda. Las estimaciones que hace actualmente el Tesoro siguen siendo trimestrales, pero digamos que tienen un sesgo de error “ligeramente alto”, y en el que siempre se descarta que las necesidades sean menores. Si miramos las estimaciones que publicaron en abril, estimaron un déficit a financiar para el siguiente trimestre (julio-septiembre) de 547.000 millones de dólares, muy lejos por supuesto de lo prometido electoralmente, y de las legendarias cifras de recorte que se iban a alcanzar con el ínclito Musk al frente de la oficina presupuestaria. Es una cifra totalmente absurda por alta. Pues bien, tres meses más tarde, en julio, esa cifra casi se dobló hasta los 1.007 trillones de dólares. La realidad final es que la cifra a financiar ha superado los 1.4 trillones de dólares. Una desviación de casi tres veces sobre la cifra anticipada en abril. El gasto en intereses representa ya el 23% de los ingresos fiscales. Si miramos la velocidad del gasto, aparte de los intereses creciendo al 8% al año, los gastos en Seguridad Social y en el programa Medicare también se acercan al doble dígito. Seguir hablando de sostenibilidad de las cuentas es un auténtico chiste. ¡No extraña que ante la única respuesta de imprimir dinero del cielo se disparen los precios de los activos y el oro! Estas cifras no son distintas en el resto de los países occidentales, y las decisiones para hacer frente a este sindiós son las mismas, ninguna… Solo hay que ver como para la formación de un gobierno francés que puede durar meses, el punto de partida es no hablar de las pensiones. Un país donde las pensiones en los últimos 30 años han crecido un 25 por ciento más que los salarios…

¡Menos mal que a cambio de estos gastos pantagruélicos, ahora tenemos mejores salarios, accesibilidad fácil a la vivienda, unas infraestructuras de transporte inmejorables, y un acceso inmediato y espectacular a la Sanidad! Tenemos una poderosa demografía que hará que nuestros nietos sufraguen, sin apenas sudor, las pensiones de sus abuelos y la productividad del sector público nos permitirá recibir rentas sin trabajar.

Al principio solía ocurrir que la gente necesitaba los productos para sobrevivir. Luego los productos necesitaron a la gente para sobrevivir. En el estadio actual, la gente parece un estorbo.