Rocket Man en los fondos de inversión

Manuel Moreno Capa

Manuel Moreno Capa (Director de GESTORES) | Pongan de fondo la canción “Rocket Man” de Elton John (lanzada en 1972), o vuelvan a ver la reciente película (2019) del mismo título sobre la vida del cantante. Y una vez ambientados, consideren si les interesa invertir en la última frontera a la que han llegado los fondos de inversión: el espacio.

¿Se les quedan pequeños los mercados terrícolas? ¿Han diversificado ya en las bolsas de medio mundo? ¿Por qué no saltar al espacio exterior? Pero de verdad, no como Richard Branson, que el pasado 11 de julio voló hasta una altitud de 80 kilómetros y se quedó a las puertas, sin alcanzar esa famosa línea de Kárman, a 100 kilómetros de nuestro suelo, donde de verdad comienza el espacio exterior. Quizás por eso, por no llegar tan lejos como se suponía, los mercados descubrieron que la nave “Unity” del multimillonario británico y su empresa Virgin Galactic es poco más que un avión que vuela muy alto tras ser propulsado por otra nave nodriza. El resultado de este falso salto espacial fue que al día siguiente las acciones de Virgin Galactic volaron bajo y llegaron a caer hasta un 15,3 por ciento, mientras seguramente se partía de risa, al otro lado del Atlántico, Jeff Bezos. Porque el fundador de Amazon sí pretende superar esa cota de los 100 kilómetros el próximo 20 de julio con el vehículo desarrollado por su empresa, Blue Origin, que sí parece más una nave espacial auténtica, un cohete de despegue y aterrizaje vertical capaz de volar al espacio y volver a la Tierra por sus propios medios. Mientras, el tercer millonario que compite por las estrellas, Elon Musk, espera que su propia compañía de transporte espacial, Space X, comience sus vuelos orbitales en septiembre.

Como seguramente usted, inversor en fondos, no pueda ni quiera gastarse una millonada en conseguir un pasaje en alguno de estos vuelos diseñados por ahora para turistas de lujo, sí puede acercarse al espacio de otra manera: la gestora la Financière de l’Echiquier acaba de lanzar no un cohete, sino el primer fondo temático de Europa dedicado al espacio. Se llama Echiquier Space e invierte en todo lo que tenga que ver con esta última frontera: unos treinta valores de empresas que desarrollan sus actividades en el espacio o que, desde el planeta Tierra, trabajan en tecnologías aplicables a la conquista del espacio y, además, en la sostenibilidad de la carrera espacial. El fondo está disponible en España y otros países europeos como Italia, Suiza, Benelux, Alemania y Austria.

Esto sí que es un fondo global, aunque la primera pregunta que surge es que, dada la creciente importancia de los criterios ASG (ambientales, societarios y de buen gobierno empresarial), ¿cómo harán los gestores para evitar algunas grandes compañías cuya actividad aeroespacial está relacionada con negocios militares que no son nada ASG?

Según ha explicado la propia gestora, el fondo Echiquier Space no sólo tiene mucho donde elegir entre grandes sectores y países de todo el mundo (estima que el mercado relacionado con el espacio se valora ahora en unos 400.000 millones de dólares y podría llegar a los 2,7 billones en 2045), sino que además va a apostar especialmente por negocios que se centren en una actividad espacial sostenible y, por supuesto, alejados del sector armamentístico.

Obviamente, las posibilidades son inmensas: satélites, comunicaciones, gestión de transporte de todo tipo (no sólo el aéreo y el aeroespacial más allá de la línea de Kárman), análisis de fenómenos relacionados con el cambio climático (muchos de los cuales ser realizan desde el espacio), todo tipo de tecnologías transversales de uso no sólo en el espacio sino también en múltiples sectores terrícolas… Por supuesto, dado que esa última frontera espacial aún es difícil de superar, parece evidente que este fondo es una apuesta adecuada para el largo plazo y para inversores ya muy diversificados que –mientras quizás canten “I’m a rocket man”– quieran volar con su dinero más allá de lo que ha llegado el pájaro de Branson.