Intermoney | Los bonos soberanos franceses a 10 años (3,23%) vieron ayer sus diferenciales de rendimiento sobre los bunds ampliarse por segunda sesión consecutiva, alcanzando casi los 65 p.b., su nivel más alto desde octubre de 2023. Pocas veces hemos visto que la prima de riesgo francesas traspasara la barrera de los 60 p.b. salvo por noticias disruptivas o en las elecciones presidenciales de 2017.
El problema es que las malas noticias para la economía gala no se acaban aquí, y es que en apenas una semana los procedimientos de deuda excesiva de la UE podrían ser un nuevo toque de atención. El déficit presupuestario superior al 5% ya supuso que el Organismo Fiscal del país advirtiera sobre esto, acompañado de una rebaja en la calificación crediticia por parte de S&P, pero a esto se le puede añadir que probablemente la Comisión Europea le aplicaría un procedimiento de déficit excesivo el 19 de junio.
Según las últimas cifras de la Comisión Europea de mediados de mayo, el déficit se situó en el – 5,5% del PIB el año pasado, y sólo se reducirá ligeramente este año (-5,3%) y el próximo (-5,0%). Eso implica que la deuda pública aumentará hasta casi el 114% del PIB en 2025 frente al 110% actual. Además, en las anteriores ocasiones que hemos visto el diferencial entre los bonos franceses y los alemanes en esos niveles, al menos servía de contrapeso la política del BCE, cuyas políticas de QE ayudaron a contener los diferenciales. Sin embargo, ahora los niveles de activación del BCE para intervenir van a estar más altos que antes y esto juega a favor de los diferenciales
más amplios.
Si bien estos movimientos eran independientes de las comparecencias de los miembros del BCE, que poco movían los mercados con unas intervenciones ligeras que apenas no daban pistas. El francés Villeroy aseguraba sobre los IPC que las cifras mensuales serán volátiles debido a los efectos de base en la energía pero que para él “este ruido no es muy significativo, y por lo tanto seguimos más orientados a las perspectivas y miraremos aún más de cerca las previsiones de inflación”. Era el más dovish de los intervinientes, y es que aseguraba que los funcionarios del banco tienen un margen significativo para bajar las tasas antes de salir del territorio restrictivo.
El BCE ahora no quiere pillarse los dedos comprometiéndose a seguir una senda concreta de tipos y eso lo ponía de manifiesto tanto Lane el martes como Lagarde el lunes, que, aunque han tomado la decisión adecuada ya que “la desinflación estaba suficientemente avanzada y que continuaría progresando en los próximos 18 meses” pero ponía cautela al advertir que eso no significa que las tasas de interés sigan una trayectoria lineal descendente. En este sentido, señalaba los salarios, los beneficios unitarios y la productividad como factores que podían hacer más pegajosa la inflación. También salía a la palestra el ala más dura. Por un lado, el alemán Nagel advertía sobre la posibilidad de no reducir los costos de los préstamos nuevamente por un tiempo hasta no asegurarse de que el proceso desinflacionario avanza firme al objetivo. Pero más agresivo era Holzmann, el único que votó en contra al recorte de tipos porque para él era demasiado pronto.