Banca March | La elevada dependencia de EEUU de las importaciones de algunos productos chinos claramente
imposibilita encontrar de forma inmediata productores alternativos, lo que pondría en riesgo el funcionamiento de algunas de sus más importantes cadenas de producción o incluso el abastecimiento de bienes de consumo tan
relevantes como smartphones o videojuegos – productos en los que China representa más del 80% de las importaciones estadounidenses–.

Un déficit comercial concentrado por productos y países permite enfocar los esfuerzos: objetivo revertir los aranceles universales
Desde nuestro punto de vista, la aplicación de aranceles universales carece de sentido dada la elevada concentración del déficit comercial de Estados Unidos: el 74% del saldo negativo proviene de 5 regiones –China, la UE, México, Vietnam y Canadá–. Además, en términos sectoriales, también existe mucha concentración: el 73% del déficit de bienes se explica por 4 sectores (gráfico 7): maquinaria, electrónica, vehículos y fármacos.
Esta composición de la balanza comercial es un factor que debería incentivar negociaciones más concretas y eludir la implementación de un arancel universal.
Por otro lado, aunque EEUU registra un déficit en la balanza de bienes –y este ha sido el principal foco de atención de Trump–, parte de este saldo negativo se compensa por un creciente superávit en la balanza exterior de
servicios y, muy en particular, debido al creciente uso de la propiedad intelectual – servicios que exportan en su mayoría las grandes tecnológicas–.
La verdadera fortaleza de Estados Unidos reside en su crecimiento diferencial, mayor productividad y la profundidad de su mercado de capitales
Habitualmente se olvida que cuando un país importa más de lo que exporta, no se debe necesariamente a un problema de competitividad, sino que ese desequilibrio en ocasiones refleja también una mayor inversión que ahorro. Las transacciones internacionales de un país con el resto del mundo incluyen los pagos por importaciones de bienes y servicios, pero también las transferencias financieras. Unas cuentas que están entrelazadas y que, al final, si un país gasta más de lo que ingresa necesita atraer capital.
En el caso de Estados Unidos, si bien es cierto que arrastra un déficit por cuenta corriente histórico, su cuenta financiera disfruta de superávit (gráfico 8). Su economía es especialmente atractiva para los ahorros externos porque sus activos son seguros y rentables. Este flujo de capital extranjero permite así una mayor inversión, mayor consumo y con ello impulsa el crecimiento estadounidense.




