Edmond de Rothschild AM | Los bancos centrales han estado en el punto de mira durante las dos últimas semanas. Cuando el presidente de la Fed, Jerome Powell, compareció esta semana ante la Cámara de Representantes, minimizó la idea de una pausa y, en su lugar, prometió más subidas si la economía no conseguía desacelerarse con más rapidez. Al mismo tiempo, subrayó el fuerte retroceso de la inflación. Las tornas han cambiado: ahora una subida de tipos no está condicionada a que la inflación vuelva a subir, sino que una pausa está condicionada a que la economía se ralentice.
En Reino Unido, la inflación volvió a subir un 8,7% en un año, y los precios de los alimentos se dispararon más de un 18%. La credibilidad del Banco de Inglaterra está ahora en juego y tuvo que subir los tipos 50 pb de forma inesperada.
Unas horas antes, el banco central noruego también había subido los tipos en 50 pb, tras una aceleración de la inflación hasta el 6,7%, en un contexto de actividad particularmente intensa.
Sin embargo, este enfoque no lo comparten todos y algunos bancos centrales de economías emergentes incluso suavizaron las condiciones. China bajó ligeramente su tipo de interés de referencia, mientras que Hungría, Chequia y Brasil mantuvieron los tipos sin cambios antes de iniciar un ciclo de relajación.
Es probable que se acentúen las opiniones divergentes entre los bancos centrales, ya que esperamos que la desinflación continúe en EE.UU. y Europa en los próximos meses. La diferencia entre el economista jefe del BCE, Philip Lane, que insta a la cautela, e Isabel Schnabel, que preferiría sobrepasar el endurecimiento y luego recortarlo si fuera necesario, son probablemente presagios de los enfrentamientos que se avecinan.
Este entorno macroeconómico favorece una gestión dinámica de las divisas. Estamos obteniendo beneficios en nuestra posición a largo plazo en el euro frente al dólar, ya que la Reserva Federal se ha vuelto más agresiva. Seguimos pensando que las primas de riesgo aún no son lo suficientemente atractivas. La liquidez se contraerá debido a las emisiones del Tesoro estadounidense, las ventas de activos y el endurecimiento de las condiciones de préstamo. En consecuencia, seguimos siendo prudentes con la renta variable. Seguimos siendo optimistas sobre la duración, ya que parece atractiva y debería ofrecer protección en caso de que la economía se ralentice, como parecen indicar los últimos índices PMI de la eurozona. Seguimos teniendo una visión constructiva de la deuda corporativa.