“Es una tragedia que no seamos capaces de distribuir los fondos NextGen con pragmatismo y velocidad”

Fernando Rodríguez | El Círculo de Empresarios ha hecho pública su Toma de Posición sobre ESG/Sostenibilidad y ha anunciado la creación de un Observatorio sobre estos temas, además de presentar un extenso e intenso análisis de la consultora E&Y sobre la situación de España y sus empresas en la materia. Francisco Román, Presidente del Grupo ESG del Círculo, analiza para Emisores/Consenso del Mercado, algunos de los puntos incluidos en estos dos documentos.

El Círculo aboga por una transición a las sostenibilidad en las empresas “realista y pragmática”. ¿Cree que esto es compatible con la presión de los mercados financieros y los inversores en el caso de las cotizadas?
Europa es el mejor sitio para vivir y eso está fuera de discusión. Donde tenemos interrogantes es sobre el rigor de Europa para seguir avanzando, progresando y siendo competitivos. Gran parte de esta paradoja viene de la construcción del proyecto europeo, que se sustenta en mucha normativa, y Europa es excelente generando regulación. Europa tiene una oportunidad maravillosa de ser quien establezca las reglas del juego en ESG y yo diría que está en la vanguardia. Pero a veces tus propias virtudes son tu talón  de Aquiles. O te pasas o no llegas, y aquí el riesgo es el exceso de regulación. La UE ha elegido como modelo económico de futuro uno basado en la sostenibilidad y está bien que se genere regulación. Pero en El Círculo decimos: “está bien, pero cuidado con los excesos”. Cuando hacemos recomendaciones en este sentido, también hablamos de no generar en España más problemas derivados de la fragmentación del mercado, añadiendo 17 normativas a una normativa ya abundante y profusa que ya nos va a venir. Vivimos en un dilema y hay que encontrar un punto medio. 

¿Y este es el camino que está siguiendo ahora la UE?
En El Círculo apoyamos la elección de la sostenibilidad como modelo económico de desarrollo para Europa y damos la bienvenida a la normativa porque la consideramos inevitable. Y alertamos de los riesgos del exceso regulatorio porque las empresas europeas tienen que competir en un mundo global con compañías que no tienen ese peso.

Pero, por ejemplo, está en tramitación una directiva de diligencia debida donde se pretende responsabilizar directamente a los consejeros de todo lo que amenaza a la sostenibilidad, incluyendo el control de este aspecto en toda la cadena de valor. Eso no parece ni realista ni pragmático.
Hay que ver la letra final. En efecto, no tiene mucho sentido que para alentar un avance deseable se arbitren amenazas sobre una serie de personas, que al final son contraproducentes, porque van a hacer no deseables las posiciones en los consejos, y que las empresas sean reacias a asumir riesgos, porque tengan que gastar tanto en medirlos que a final no puedan hacer otra cosa. Hay que tener cuidado con esto. Una responsabilidad por vía de máximos no tiene sentido.

¿Se puede hablar de una velocidad regulatoria y de una velocidad distinta en la presión de mercados e inversores? Las compañías se quejan de la falta de estándares y normas claros y homogéneos para responder a lo que se les pide.
Eso implica que no hay claridad en la comprensión de la regulación, por más que tengas que conocer las expectativa de tus stakeholders más cercanos. Este es uno de los riesgos. El avance de todo lo que es ESG es indudable y necesario porque nos enfrentamos a unos problemas de los que antes no éramos conscientes y que requieren una respuesta colectiva de gobiernos, organizaciones, una fuerte sociedad civil y de las empresas, que son la que al final tienen mayor impacto. Eso exige mucha conversación y la colaboración público-privada, que creo que es parte de la solución del problema. La complejidad del problema desata muchos frentes y quizá un exceso de celo de vigilancia y de negocios asociados. Inevitablemente, vamos a vivir con una etapa de greenwashing, marketing paralelo, y complejidad y confusión para los interesados y los afectados. La sociedad tardó mucho en encontrar unos principios de contabilidad universalmente admitidos, pero ya lo ha hecho. Necesitamos tiempo para poder cuantificar las cosas que tienen que ver con el medioambiente, lo social y la gobernanza.

En los documentos elaborados por el circulo sobre sostenibilidad se sugiere una moratoria en la aplicación de la regulación como la que se ha hecho con los límites de déficit público de los estados comunitarios, dado el contexto de inflación, incertidumbre, alza de los costes energéticos y demás. ¿En qué podría consistir?
Lo que hacemos en El Círculo es una llamada al pragmatismo y al sentido común, que es la base de funcionamiento de las empresas. Hablamos de esa moratoria como una posibilidad. Qué se puede demorar y qué no depende mucho de las circunstancias. Hay que considerar los ritmos de aplicación de todo lo que va saliendo y el equilibrio ente lo urgente y lo importante, porque equivocarse en esto y creer que todo lo importante debe ser urgente es un error grande. Cuando hablamos de más colaboración público-privada nos referimos, por ejemplo, a que se escuche a las empresas y a sus partes técnicas sobre la transposición de la regulación para poder hacerla más pragmática, factible y viable. Un dialogo sostenido con las empresas seguro que genera una consideración realista sobre si conviene o no una moratoria en algo.

¿En qué punto estamos en ese diálogo?
Afortunadamente, hay mucho camino para mejorar aquí.

El Círculo también pide diversificar por el tipo de empresa la aplicación de la normativa de sostenibilidad. ¿Cuál debería ser el umbral o el indicador para establecer esta segmentación?
No es fácil encontrar un baremo trasversal a través de sectores. Lo que tienes que valorar es la carga de gestión de una empresa. El tamaño puede ser es una buena pauta: ingresos, empleados… Una combinación de dos o tres factores que sean fáciles de comprender y de transmitir a todo el mundo. Si tengo 50 empleados y facturo 10 millones de euros quiero saber que no tengo que aplicarlo todo desde el primer momento. Puede haber regímenes transitorios y muchas otras fórmulas.

El Círculo propone diversas líneas de trabajo para que las empresas afronten los desafíos de la sostenibilidad. ¿Qué es lo más importante?
El resumen sería comprender lo que ocurre y prepararse para lo que viene. Hay que adecuar los órganos de gestión con pequeñas variantes para atender estas cuestiones. Introducir cierta profesionalización y conocimiento en las empresas, como ya se hace con la digitalización, por ejemplo. Y sobre todo, ver la sostenibilidad como una oportunidad, desarrollando las propias capacidades de la empresa. 

En cuanto a estas oportunidades, ¿Qué papel deben jugar los fondos NextGen?
Los territorios de oportunidad vienen determinados por las tendencias que vienen. El pronto salto a estas oportunidades puede venir dado por los fondos Nextgen. Me parece una tragedia que no seamos capaces como país de recibirlos y distribuirlos con pragmatismo y con velocidad, porque esto nos está castigando.

¿Qué va a hacer el Observatorio y qué le va a diferenciar de otros?
Estar atento a las tendencias, por un lado, y al tsunami regulatorio, por otro. Cada vez que consideremos que haya un hito representativo, poder trabajar técnicamente para que, desde el Observatorio, salgan recomendaciones prácticas para las empresas, más allá de los considerandos.