¿Cuánto tardará en romperse Putin para que se recuperen los mercados?

Manuel Moreno Capa

Manuel Moreno Capa (Director de GESTORES) | Cuanto más retumban sobre los mercados los tambores de la guerra, proliferan los análisis sobre la posible inminente recesión en las economías occidentales, pero deberíamos ver más artículos sobre la pregunta que de verdad importa a los inversores en fondos: ¿cuánto tardará en quebrarse al voluntad de Putin? O, dicho de otra manera, ¿quién soportará peor los efectos de la guerra, Rusia o la Unión Europea y Estados Unidos?

No es por esforzarme en vender optimismo, pero para mí la respuesta está clara: pese a que le estemos inyectando –aún– miles de millones de euros a Moscú a cambio de su gas y su petróleo, Rusia es, como dijo Josep Borrell, una enorme gasolinera con un cuartel encima. Esos son sus principales atributos, pero también sus principales puntos débiles: cierto, tiene el grifo del gas para chantajearnos, pero nada más y, además, sólo le servirá a corto plazo; y también tiene un inmenso poder militar (armas atómicas incluidas), pero cada vez más difícil de mantener (ya tienen que comprarle munición a Corea del Norte y no saben de dónde sacar soldados) y cada vez más incapaz de culminar una invasión/conquista de un país enorme, con una población formada y concienciada y con creciente apoyo militar y económico internacional. Rusia gana miles de millones de dólares y euros con su gas, su petróleo y su carbón (158.000 millones de euros desde que comenzó la invasión de Ucrania), cada vez más caros. Lástima que no pueda gastarlo en comprar casi nada fuera de sus fronteras, ni inyectarlo en su población: dolarizar o eurizar su economía sería desastroso, aunque ahora la está yuanizando, puesto que China le paga el gas en rublos y en yuanes… que sólo podrá gastar en productos chinos. Mientras tanto, Rusia se enfrenta a una recesión y a una inflación mucho más acusadas que las de Occidente. Y el gas, o lo vende (China e India no pueden absorber tanto, ni pagar tanto, como Europa), o lo quema (ya se ve en las imágenes satélite), o cierra los yacimientos (lo cual sería una catástrofe a medio plazo).

Como ya casi todo el mundo sabe, la economía rusa (el país más grande del mundo, con 300 millones de habitantes) es de un tamaño comparable a la doce o trece del ranking mundial, es decir, a la española. Y como nosotros, pese a todo, quizás logremos crecer aún un cuatro por ciento este año, mientras que el PIB ruso va a caer quizás hasta un 15 o un 20 por ciento, en 2023 la economía del “gigante” euroasiático será tal vez un 25 por ciento más pequeña que la nuestra, lo que la situará en un nivel comparable a la de Holanda. Por tanto, la economía rusa no sólo es más débil que la mayoría de las grandes europeas, sino mucho menor que la de la Unión Europea en su conjunto (que sería la segunda o tercera del mundo, en competencia con China, según se mida). Dado que la pequeña pero próspera Holanda tiene algo más de 17 millones de habitantes, frente a los 12 millones de Moscú y los 300 millones de Rusia, no hay que hacer muchas cuentas para saber lo pobres que son los rusos… salvo Putin (seguramente el hombre más rico del planeta) y esos cuarenta, o más, ladrones oligarcas que acumulan fuera de Rusia una riqueza quizás mayor que el PIB entero de su desdichado país. 

Esa potencial caída en el PIB ruso supera incluso las más negativas previsiones realizadas desde Occidente, pero hay que tener en cuenta las dificultades para medir algo en un escenario tan poco transparente. Sólo las empresas occidentales que han escapado de Rusia, aproximadamente un millar, suponen que sus sustitutos rusos deben acelerar la producción y los ingresos para cubrir esta pérdida. Algunas estimaciones recientes señalan que las compañías fugadas tenían ingresos equivalentes a casi el 40% del PIB. Y la agencia Bloomberg aseguró hace poco que ciertos documentos internos del Kremlin prevén que el PIB del país no recuperará el nivel previo a la invasión de Ucrania hasta 2030 o quizás más allá. Por no hablar de un importantísimo factor de pérdida de capital humano: ¿cuánto le costará a Rusia, en términos de PIB, la acelerada fuga de cerebros y de trabajadores de elevada cualificación que se quedan sin perspectivas laborales debido a que la tecnología occidental ya no llega a las empresas rusas? Decenas de miles hay escapado ya, vía Turquía y otros países afines a Moscú, y el flujo no se detendrá, por más que las estadísticas oficiales hablen de un desempleo testimonial, apenas del 5%, entre otras cosas porque las leyes prohíben despedir en momentos críticos, de modo que las empresas rusas envían a sus excedentes laborales a vacaciones forzadas, por supuesto no remuneradas, pero que no contabilizan a la hora de medir la tasa de paro.

Por más que Putin convierta a Rusia en una provincia de China (la segunda mayor economía del mundo no tendrá reparos en acoger en sus brazos y casi absorber a la número catorce, quince o menos), los pobres rusos se adentran en una nueva era de oscuridad, tras varios siglos sometidos por los zares, más de medio siglo bajo el yugo soviético-estalinista y varias décadas bajo el corrupto zarismo-estalinismo del sátrapa de Moscú. Sin libertad de prensa ni de de expresión, con los opositores políticos en la cárcel o fugados del país, sin acceso a productos y tecnologías occidentales, en medio de una recesión económica acelerada, con el invierno encima (sí, también llega para ellos, con más crudeza que para nosotros), ¿cuánto aguantarán la ciudadanía e incluso los oligarcas que ven que cada vez tendrán menos PIB que robar y más dificultades para disfrutarlo en nuestras costas o comprando equipos de fútbol ingleses? ¿De verdad cree todavía alguien que Putin puede ganar la guerra y doblegar a Occidente con sus chantajes?

Lo sé: es duro ser optimista y más duro aún aguantar las pérdidas. Pero el inversor debe mantener la calma, buscar alternativas en sus carteras de fondos y, sobre todo, no actuar movido por el pánico. A medio y largo plazo, saldrá ganando.