La volatilidad, el gran enemigo de las carteras de fondos muy concentradas

Manuel Moreno Capa

Manuel Moreno Capa (Director de GESTORES) | Volatilidad. Esta es y será la palabra clave para los inversores no sólo en lo que queda de este de nuevo agitado ejercicio, sino en todos los siguientes. Y sólo hay un modo de combatirla o, al menos, de protegerse contra ella: con una cartera de fondos diversificada. Concentrarse en pocos productos, en un único mercado o en una única temática (por más que sea la más prometedora) puede provocar serías pérdidas no sólo a corto, sino también a medio y largo plazo.

Quiebran dos bancos de California y el primer banco suizo absorbe al segundo, mientras vuelven las dudas sobre los germanps. Resultado: toda la banca, y por ende todos los mercados, temblando. Y los bancos centrales cuestionándose su política de subida de tipos para contener la inflación. Aunque la última maniobra de la Reserva Federal americana (la Fed) ha sido una subida de sólo 0,25, considerada moderada por el mercado, vuelve a surgir la duda si el enfriamiento económico será más serio de lo esperado, con un aterrizaje brusco de la economía USA. Si a ello se suma que la deficiente desregulación propugnada por Trump (y por el propio presidente de la Fed, Jerome Powell, que participó en ella) ha dejado a la banca pequeña y mediana norteamericana libre de ataduras para volver a hacer las tonterías de siempre, básicamente comportarse como ambiciosos especuladores en vez de cómo prudentes banqueros, ya tenemos un ingrediente fundamental para fomentar la volatilidad en todos los mercados del mundo.

¿Les recuerdo algunos más? Esa guerra de Putin que cumple ya trece meses y amenaza con prolongarse y, en ocasiones, con desbordarse fuera de las fronteras de Ucrania. La energía se ha abaratado tras el fortísimo y primer impacto alcista provocado por el dictador ruso. Pero qué ocurrirá si, en vez de aflojar la tensión o bloquearse la guerra, se desborda por algún punto inesperado. Por ahora, vuelve a debatirse si el petróleo escalará hasta los 100 dólares por barril. ¿Llegará a tiempo el esfuerzo en renovables para compensar estas tensiones energéticas continuas? O, cuando por fin nos enteremos de que no hay litio suficiente en el planeta para construir tanta batería para que todos los coches sean eléctricos, y haya que volver a eficientísimos motores diesel, que pueden gastar menos que un híbrido de gasolina, que, además, contaminen menos, sobre todo si usan los nuevos combustibles extraídos de la basura, y nos eviten buscar energía eléctrica de nuevo masivamente en la nuclear (cuestionada no ya por su limpieza, sino por la inevitable suciedad de sus residuos). Añadamos la correspondiente dosis de emergencia climática para tener otro factor de incertidumbre y volatilidad. Pero hay más:

Esa China expansionista que no sólo va a colonizar económicamente Rusia, sino que aspira a liderar el mundo. Esa pandemia que ha dejado claro cómo un bicho microscópico puede frenar en seco al planeta, prueba evidente de que cualquier otro bicho que aparezca tiene potencial para hacer lo mismo…

 Si a eso le unimos los populismos políticos (ya saben, Isabel la Católica como símbolo del poder de la mujer en España… sin que nadie le recuerde a Tamames que, además de decir una estupidez, quizás debería recordar lo que le pasó a Juana la Loca, hija de tan poderosa reina), la incompetencia de muchos gobiernos (como los del Brexit que ahora no saben qué hacer para enmendar la pifia), la arrogancia de otros y, sobre todo, los masivos déficits de muchas arcas públicas, sólo podemos decir una cosa de los mercados y, por ende, de los valores liquidativos de los fondos de inversión: que se moverán mucho y cada vez con más frecuencia.

Solución: la de siempre, diversificar. Incluso por temas. Puede usted confiar en la temática de inversión con más futuro, pongamos que la inteligencia artificial, pero no le quepa duda de que los fondos concentrados en ella también se agitarán cuando caiga otro banco americano, suizo, o alemán, o británico (no es por ser agorero, pero…) y arrastre de nuevo a todas las cotizaciones bancarias, incluso a las de las entidades más saneadas, y, en consecuencia, a la mayor parte de índices bursátiles.

Los tipos no van a parar de subir al menos este año. Pero luego seguirán en tensión, precisamente ante tal cúmulo de desafíos. Por tanto, diversifiquen, no se concentren demasiado (tampoco en la renta fija, que ahora muchos recomiendan, sobre todo la emergente, tras el fiasco del año pasado) y tengan claros sus objetivos a corto, medio y largo plazo.