Tres factores que determinarán si la economía europea comenzará un invierno con más o menos energía

Ann_Katrin_Petersen

Ann-Katrin Petersen (Allianz GI) | Los problemas de suministro continuarán siendo un factor importante para el panorama mundial más inmediato. Durante el otoño, los precios de la energía se han disparado en todo el mundo. Hasta ahora, el encarecimiento del petróleo y, sobre todo, del gas natural, ha encendido el debate sobre la inflación, pero no ha afectado significativamente a la recuperación económica. Sin embargo, esto podría cambiar en los próximos meses. 

El precio del petróleo (tipo Brent) cayó durante 2020, cuando la actividad económica mundial se detuvo temporalmente. Ahora, a principios de esta semana el precio comenzó a subir y ha ascendido a más de 80 dólares estadounidenses por barril. Ha aumentado en más del 50% desde enero de 2021, alcanzando su máximo en siete años, debido a una fuerte demanda –como consecuencia de la recuperación económica mundial– y una oferta limitada. Del lado de la oferta, no cabe esperar que la OPEP relaje su postura en un futuro próximo. Los países productores decidieron el lunes abrir el grifo del petróleo solo de manera moderada, como estaba planeado. En vista de las tensiones de la oferta, los analistas del mercado han revisado al alza sus previsiones del precio del petróleo. 

El precio del gas natural registró una subida aún más marcada. Desde principios de año, en Europa, los precios del gas se han más que triplicado, y cerca también ha estado de ocurrir en Reino Unido. Las causas de esta evolución del precio del gas son diversas y se remontan al pasado invierno (2020/21), cuando unas temperaturas muy frías en el noreste asiático generaron una mayor demanda de gas natural licuado (GNL, por sus siglas en inglés). En cuanto a la oferta, algunos de los factores que tuvieron impacto fueron una menor producción de gas en Europa, la reducción de las exportaciones de Rusia y unas existencias limitadas. 

Para los bancos centrales y los inversores en renta fija, se plantea de nuevo la cuestión de si la subida de la inflación es un fenómeno “temporal”, “persistente” o bien, tal vez (con un guiño) “persistentemente temporal”. 

Tres factores determinarán si la economía europea comenzará un invierno con más o menos energía: 

1. ¿Tendremos un invierno más frío o más largo de lo normal? Las propias expectativas de un invierno severo mantendrían los precios del gas elevados en un primer momento, mientras que los niveles de existencias de en torno al 75% se consideran suficientes para un invierno “promedio”. 

2. ¿Existe una solución para la situación política relativa al proyecto ya operativo Nord Stream-2? Y, asimismo, ¿cuál será la postura del nuevo gobierno alemán sobre el proyecto?

3. ¿En qué medida será suficiente un aumento de la producción de energía fuera de Europa (por ejemplo, Estados Unidos o Sudáfrica) en vista de las subidas de precios y el levantamiento de las restricciones asociadas al coronavirus?

Por otra parte, el petróleo tiene un impacto más directo sobre la inflación que el gas. En la zona euro, por ejemplo, la energía tiene un peso del 9,5% en el índice de precios al consumo armonizado (IPCA), del cual los combustibles líquidos (gasolina, diésel y gasóleo para la calefacción) representan la mayor proporción (un 4,1% del IPCA total), seguidos de la electricidad (2,9%) y el gas (1,9%). En la práctica, la incidencia sobre la inflación general también depende de en qué medida los precios mayoristas de la energía se trasladan a los minoristas. Además, los precios del gas y la electricidad están por lo menos parcialmente regulados en algunos países europeos.