Christian Scherrmann (DWS) | La Reserva Federal se encuentra entre la espada y la pared. Por un lado, la inflación fue más baja de lo esperado, lo que probablemente sea una reminiscencia del pasado. Por otro lado, las expectativas de inflación están aumentando, a medida que la gente anticipa el probable impacto de los aranceles. Además, importantes parámetros, como el estado final de los aranceles o lo que cabe esperar de la futura política fiscal, siguen siendo inciertos. Dada esta incertidumbre, puede ser apropiado que los banqueros centrales dejen que los datos cuenten primero la historia y luego reaccionen. Cualquier acción preventiva ante una incertidumbre tan elevada corre el riesgo de jugar en el bando equivocado, ya sea apoyando la inflación o frenando innecesariamente la demanda. En consecuencia, no esperamos un cambio significativo de la política monetaria en la próxima reunión del FOMC de mayo. Sin embargo, es posible que los banqueros centrales quieran dar una señal de menor confianza en el impulso económico. Es probable que ajusten el comunicado de prensa para señalar un crecimiento más “moderado”, sin dejar de insistir en la “solidez” del mercado laboral. En conjunto, creemos que optarán por un tono ligeramente más agresivo, pero más en la dirección de una pausa prolongada que de una posible subida. A medio plazo, la atención se centrará probablemente en la inflación y en si los aranceles tienen efectos secundarios más allá de un simple cambio en el nivel de precios.
Estos efectos secundarios podrían deberse a la interrupción de la cadena de suministro o al desvío de la demanda hacia una capacidad interna limitada. Esperamos que la Fed se mantenga al margen, al menos hasta que una ralentización de la actividad económica y el consiguiente debilitamiento del mercado laboral permitan albergar expectativas desinflacionistas. Este podría ser el caso a finales de año, por lo que seguimos esperando que la Fed recorte los tipos hasta tres veces en los próximos doce meses.