Una emisión de bonos de EEUU a 30 años mal recibida podría desencadenar cierto pánico, pero, en principio, no una crisis financiera

François Rimeau (Credit Mutuel) | Durante años, si no décadas, el mundo financiero se ha preguntado cuál es el límite de la deuda pública estadounidense. Hasta ahora, esta pregunta era puramente retórica, gracias a la bajísima inflación registrada en todos los países desarrollados desde 2008 y a la fortísima demanda de bonos estadounidenses por parte de países con superávit presupuestario. La baja inflación condujo a sucesivas rondas de flexibilización cuantitativa1, que a su vez «animaron» a los diferentes gobiernos a ser fiscalmente laxos. La situación a la que asistimos ahora en Estados Unidos es aplicable a otros países, con Francia como ejemplo destacado.   Históricamente, la deuda pública aumentaba durante las recesiones y disminuía durante los periodos de crecimiento económico, pero esta relación ha dejado de existir desde principios de la década de 2010 y dada la falta de disciplina fiscal por parte de los gobiernos. Los países tuvieron la suerte de que, a pesar de los crecientes déficits, no hubo impacto en las primas por plazo, es decir, el rendimiento adicional que exigen los inversores para compensar el riesgo a largo plazo. Como resultado, los tipos de interés a largo plazo se mantuvieron en niveles muy razonables, manteniendo la carga de la deuda bajo control.  

El reto actual es que ya no estamos en un periodo de baja inflación y relajación cuantitativa. Poco a poco, los inversores han empezado a preguntarse si se les compensa adecuadamente por los riesgos que asumen. Esto ha llevado a un aumento de las primas a plazo de alrededor del 2% entre finales de 2019 y mayo de 2025.

La consecuencia directa de este aumento es el empinamiento de las curvas de rendimiento, una tendencia observada desde hace casi 24 meses.  

¿Ha terminado esta tendencia? Probablemente no. Todavía no hay disciplina fiscal en Estados Unidos (por ejemplo, la reforma fiscal que se está debatiendo actualmente) y algunos compradores históricos se están alejando de la deuda estadounidense, ya sea por motivaciones políticas (como en el caso de China) o porque los mercados nacionales ofrecen rentabilidades más atractivas (por ejemplo, Japón). El gráfico siguiente ilustra la relación histórica entre el déficit presupuestario y las primas por plazo y muestra la alta probabilidad de que estas últimas sigan aumentando. Esta tendencia podría dar lugar a un continuo empinamiento de la curva de rendimientos.

Fuente: Bloomberg, a 28/05/2025  

¿Es posible una crisis financiera?

Todo es posible y una emisión de bonos a 30 años mal recibida (con un bid-to-cover o ratio de oferta/cobertura muy bajo2) podría desencadenar cierto pánico. Dicho esto, es importante señalar que el mercado estadounidense es mucho más líquido que el británico, por lo que es poco probable que los tipos de interés a largo plazo estadounidenses suban más de 200 puntos básicos en un solo mes, como se vio en el Reino Unido durante la crisis desencadenada por el presupuesto muy expansionista de Lizz Truss en 2022. No obstante, el aumento de las primas a plazo es innegablemente una fuente potencial de inestabilidad del mercado, y es poco probable que las soluciones tradicionales para reducir los déficits públicos (subidas de impuestos, recortes del gasto, reformas estructurales a largo plazo) sean favorecidas por el presidente Donald Trump.  

Notas: [1] Una herramienta de política monetaria utilizada por un banco central que consiste en la compra a gran escala de activos financieros (principalmente deuda pública) con el fin de reducir los tipos de interés. 2 Tasas de puja satisfechas, la proporción utilizada para medir la demanda de un valor en el momento de su emisión.