Posible cambio de tendencia a largo plazo de los beneficios empresariales en Europa y EEUU

Thomas-Tilse

Thomas Tilse (Allianz GI) | Desde principios del año 2023, la renta variable europea, con unas ganancias del 13%, ha superado claramente a la estadounidense. ¿Cuáles son los motivos? Y ¿puede durar más esta tendencia? En primer lugar, cabe citar la crisis energética, especialmente los cambios en el mercado del gas. En última instancia, la buena rentabilidad se debe a la significativa relajación del mercado del gas europeo.

El precio al contado del gas ha retrocedido desde un máximo de 350 euros en junio del año pasado hasta 50 euros, un valor que no se registraba desde otoño de 2021, y que se encuentra por debajo del nivel anterior a la guerra. Desde la perspectiva de los inversores internacionales, se trata de un gran paso adelante y de un alivio inesperado que está alimentando el interés por la renta variable europea. Al fin y al cabo, la crisis ucraniana hizo bajar la valoración fundamental de las acciones europeas, sobre la base de la ratio precio-beneficio (PER) y los flujos de caja de las empresas, hacia la parte inferior de sus rangos históricos, aumentando su atractivo. Casi todos los sectores presentan unos importantes descuentos de valoración frente a las acciones mundiales y, especialmente, las estadounidenses. A pesar del repunte desde octubre de 2022 y de las enormes revisiones de beneficios debido a la crisis, así como los correspondientes temores de recesión, el PER de la renta variable europea es de 13, inferior a las medias históricas a largo plazo y, sobre todo, muy inferior al de las acciones estadounidenses, de 19. Esta valoración parece estar respaldada por unos sólidos beneficios empresariales. Por ejemplo, los bancos europeos están teniendo un comportamiento mucho mejor, dados los niveles más altos de los tipos. El final de la fase de tipos cero o negativos se traduce en unos mejores márgenes de intereses. Algunos bancos europeos vuelven a obtener beneficios de miles de millones por primera vez desde la crisis financiera. El sector bancario, cuyas acciones se consideran value (es decir, con unas ratios de valoración más bajas), está impulsando la rentabilidad dado su peso elevado en los índices europeos. Y a esto se suman otros sectores. Algunos valores estables y menos sensibles al ciclo económico de consumo y de fabricantes de artículos de lujo han obtenido unas ganancias extraordinarias. También parece haber otra razón fundamental del atractivo de Europa: la apertura china tras la crisis de la COVID y la consiguiente reactivación de las exportaciones. Las cadenas de suministro están mucho menos tensas. Esto se percibe asimismo en los sectores industriales tradicionales, que también están volviendo a obtener en conjunto unos sólidos beneficios. Pero podremos ver cómo se amplía la lista de buenos datos empresariales dada la actual temporada de publicación de resultados, por ejemplo, en el sector de energía o los servicios públicos. La subida de los tipos está impulsando las acciones value en todo el mundo y Europa se está beneficiando particularmente de ello. Esto incluye también al mercado de renta variable británico, que se vio lastrado adicionalmente por una serie de problemas políticos (como, por ejemplo, la dimisión de la primera ministra o los cambios en la legislación fiscal).

Si a esto añadimos el fuerte gasto de la Unión Europea (UE) para hacer frente a las crisis, y la puesta en marcha del Pacto Verde Europeo, de repente hay toda una serie de factores que hacen que las acciones europeas parezcan interesantes: reactivación del comercio, inversiones, tipos de interés más altos, depreciación del dólar, transición ecológica, programas públicos de ayuda y relocalización de industrias clave para asegurar las cadenas de suministro mundiales.