Punto de inflexión

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Intermoney | El mercado recibía con los brazos abiertos el dato de IPC de EEUU correspondientes a julio, pues suponía la primera señal clara de que la inflación habría tocado pico. El estancamiento de los precios en términos mensuales después de haber subido un +1,3% m. el mes anterior se veía acompañado de la moderación del IPC en términos generales (+8,5% a). Un aspecto importante era la contención que se daba en los precios subyacentes pues en términos nominales el incremento de +0,3% m. era menor de lo que el mercado esperaba (+0,5% m.); mientras que la normalización de la tasa interanual (+5,9% a.) era el mejor aval de que la contención no sólo es cosa de las partidas más volátiles.

La contención de los precios excluyendo las partidas más volátiles era la gran baza, pues pone de manifiesto que la normalización de los precios va más allá de las particularidades energéticas. En términos generales, la contracción de la energía (-4,6% m.) era explicada por la gasolina y su – 7,7% m. que, en el momento de redactar el presente informe, caía por debajo de los 3,99$/galón, lo que supone su nivel más bajo desde marzo y bastante por debajo del promedio de 5,02$ registrado a mediados de junio.

Detrás de dicha caída hay varios factores; entre ellos los propios precios altos que hemos tenido en la gasolina y la menor demanda en la medida que muchos americanos han limitado sus movimientos, a lo que se le debe de sumar la moderación en los precios mundiales del petróleo en los últimos meses y el hecho de que muchos estados hayan suspendidos o reducido los impuestos sobre la gasolina (Maryland, Connecticut, California o Nueva York, entre otros).

A la postre, esta era la gran variable y solapaba el repunte que se daba en los precios de la electricidad (+1,6% m.), si bien, en este mismo aspecto la noticia positiva era el aumento a un ritmo de avance similar al anterior mes. No obstante, esta partida puede ser más complicado que mengue considerando que la continua demanda de gas natural para generar electricidad seguirá contribuyendo a unos precios altos de la misma.

Por el momento, las señales apaciguadoras de los precios de la energía son un rayo de luz que todavía tardará algo en trasladarse en los precios de los alimentos, los cuales están directamente relacionados con la energía en su proceso productivo. Considerando que su peso en el indicador es de 13,4% las tasas de crecimiento mensuales de 1,1% e interanuales de 13,1% todavía serán siendo incómodas para la lectura general y tardarán en menguar.

La otra gran pata de la inflación estadounidense sigue siendo los precios de la vivienda que continúa arrojando una contribución creciente al IPC interanual, a pesar de la moderación que se percibía en términos mensuales. Por partidas, tanto los precios de los alquileres como el alquiler equivalente de la vivienda en propiedad u OER experimentaban un leve retroceso de una décima (+0,7% m. y +0,6%); aunque como hemos comentado comparado con un año atrás siguen ejerciendo una gran presión (+6,3% a. y +5,8% a.). La Reserva Federal ya advirtió que sería más costoso domar los precios de la vivienda y la reducción puede ser muy progresiva de aquí a finales de año teniendo en cuenta que los tipos hipotecarios han cedido después de tocar máximos en junio.

A la postre, la clave estará en las grandes partidas como el sector residencial y ver cuánto de resistente será. Con todo, el menor ritmo de avance en partidas como los precios de los vehículos (+0,6% m. y +0,4% a.) camiones de segunda mano (-0,4% m. y +6,6% a.) ayudará a contrarrestar los efectos de una inflación de los servicios que sigue siendo elevada y donde todavía no hemos comenzado a ver una gran normalización en los precios de los bienes básicos. En este aspecto, no habrá que perder detalle de las tarifas hoteleras y aéreas, las cuales registraban la segunda caída mensual consecutiva en julio. Estas categorías, muy influenciadas por la reapertura, han sido muy volátiles, pero será importante observarlas a medida que transcurre el verano.

Las cifras más amables de IPC en EEUU sentaban bien a un mercado que rápidamente lo ponía en valor en forma de fuertes subidas en las bolsas, principalmente los selectivos estadounidenses. Unas subidas que se prolongaban a lo largo del jueves y que permitían al Nasdaq aproximarse a los 13.000 puntos. El dato de inflación juega a favor de una minoración en el ritmo de subidas de la Reserva Federal y esto se traducía en compras en todos los tramos de los treasuries. De hecho, se cotizaba que menores subidas tenga un efecto menos erosivo en la economía, lo que quedaba recogido en que tramos como el 2-10 años ganasen algo de pendiente.

El mismo jueves, el IPRI estadounidense reforzaba la idea de haber llegado a un punto de inflexión al caer en julio un -0,5% m., a la par que los mismos excluyendo las partidas subyacentes minoraban su avance a un +0,2% m. En este punto, el patrón de una contracción en los precios de la energía también se daba al contraerse un -9,0% m. A la postre, los precios de producción son un muy buen indicador del poder de fijación de precios por el lado de las empresas, a pesar de estar sujetos a una mayor influencia de los precios de las materias primas. Es más, alrededor del 80% de la caída en los precios de los bienes se debía a una caída del 6,7% en los precios de la gasolina.

Tras el carrusel de datos de precios, quedaba ver las reacciones que se producían desde la propia Reserva Federal. Uno de los primeros en pronunciarse era Charles Evans (Fed de Chicago), el cual señalaba que la Fed aún tiene trabajo por hacer y seguirá endureciendo la política, estimando que el rango de tipos se situará en el 3,25%-3,5% al final de este año y en el 3,75%-4% al final de 2023. Evans admitía que “estamos en un buen lugar y podemos pivotar a posiciones más restrictivas si la inflación se desborda más”, aprovechando para avisar de que si la economía es más fuerte tendrían que actuar de forma más dura

Otro que se pronunciaba era Neel Kashkari, de la Fed de Minneapolis, dejando claro que “la idea de rebajar los tipos en el comienzo del año que viene no es realista” y que “un escenario mucho más probable es que subiremos los tipos y esperaremos hasta un nivel en el que estemos convencidos que la inflación comienza a retroceder camino al 2%, antes de bajar tipos”. Kashkari ya se había mostrado anteriormente partidario de llevar el tipo al 3,9% a final de este año y a un 4,4% a final de 2023 y que no ha visto la necesidad de que “nada cambie”.

Las comparecencias no cesaban aquí, pues la presidenta de la Fed de San Francisco, Mary Daly, invitaba a la calma al explicar que aún es pronto para declarar la victoria y que no descartaba una tercera subida de 75 p.b., aunque señalaba su apoyo inicial a que la Fed ralentizase el ritmo de endurecimiento de su política. De hecho, una subida del 0,5% en septiembre es para ella su escenario base y se muestra a favor de que el tipo llegue como máximo al 3,5% a final de año añadiendo que “adelantarse con confianza de que una subida de 75 p.b. es lo necesario y ser preceptivo, no sería lo óptimo”. Luego, por el momento, la Fed ha adoptado una posición de cautela y por no tirar cohetes ante el dato de IPC, lo cual se hace lógico considerando lo costoso de moderar la demanda agregada.