Sean Shepley (Allianz GI) | En un momento en el que el Gobierno de EE.UU. lanza casi a diario mensajes políticos que, en muchos casos, generan confusión, se hace aún más evidente el valor de contar con un entorno político y económico estable. En este sentido, resulta especialmente destacable la estrategia del Banco Central Europeo (BCE) para reducir los tipos de interés. En su reunión de abril, el BCE decidió rebajar el tipo a los depósitos en 25 puntos básicos, continuando con la estrategia que lleva implementando desde el pasado otoño.
Además, los últimos acontecimientos han jugado a favor del BCE. Tal y como explicó su presidenta, Christine Lagarde, en la rueda de prensa posterior a la reunión, no solo ha bajado la inflación, sino que también el crecimiento de los salarios empieza a moderarse. Esto refuerza la confianza del banco central en que la trayectoria esperada de la inflación en los servicios (un factor clave para mantener bajo control la inflación subyacente) sigue una tendencia a la baja. A esto se suman la reciente caída de los precios de la energía y la apreciación del euro frente al dólar, que también contribuyen a reducir las presiones inflacionistas en la zona euro. A corto plazo, todos estos factores apuntan en la misma dirección, lo que ha facilitado la decisión unánime de los miembros del Consejo de Gobierno del BCE de llevar a cabo esta nueva bajada de tipos.
Todo esto se produce en un contexto que la propia presidenta Lagarde calificó como de “incertidumbre excepcional”. El BCE advirtió que lasperspectivas de crecimiento se han debilitado, en parte por la imposición de nuevos aranceles, y que los riesgos están claramente orientados a la baja. Hasta ahora, el BCE había descrito su política monetaria como “restrictiva”, pero tras el último recorte de tipos ha dejado de utilizar dicho término. A simple vista, esto podría dar la impresión de que hay menos margen para seguir bajando tipos, pero Lagarde aclaró que la idea de untipo de interés “neutral” solo tiene sentido cuando la economía no experimenta grandes sobresaltos. Dado que ese no es el caso en este momento, dejó claro que ese concepto no condiciona las decisiones del BCE.
¿Qué guiará las próximas decisiones del BCE sobre los tipos?
Lagarde también subrayó que el objetivo principal del BCE sigue siendo promover que la inflación se encamine hacia el 2%. En un contexto de gran incertidumbre política (en su mayor parte externa a la zona euro), insistió en que el BCE velará por mantener la eficacia de su política monetaria y actuará con rapidez si las circunstancias lo requieren. Es decir, si las condiciones del mercado se deterioran, es muy probable que el banco central reaccione de forma ágil para evitar que se vea afectada la efectividad de su política monetaria. Si, por el contrario, los mercados siguen funcionando con normalidad, las decisiones se basarán en las previsiones económicas y de inflación.
En su próxima reunión, el BCE presentará nuevas estimaciones de crecimiento e inflación. Teniendo en cuenta las declaraciones de Lagarde, parece lógico pensar que ambas previsiones se revisarán a la baja. Esto refuerza la idea de que lo más probable es que los tipos sigan bajando. Todo apunta a que el BCE continuará con su estrategia de bajadas graduales y predecibles, aunque el énfasis que puso Lagarde en la necesidad de mantener la agilidad deja abierta la posibilidad de un recorte mayor en el caso de que fuera necesario.
