Raphaël Thuin (Tikehau Capital) | El Banco Central Europeo (BCE) ha confirmado que mantiene los tipos sin cambios en su última reunión de política monetaria celebrada hoy, en un contexto en el que la zona euro muestra una resiliencia económica inesperada. Esta decisión no ha generado sorpresas, ya que los indicadores macroeconómicos parecen, por ahora, alineados con los objetivos fijados.El crecimiento en la zona euro resulta ser más robusto de lo previsto, el desempleo se mantiene en niveles históricamente bajos, y las previsiones de inflación convergen hacia el objetivo del 2 % (el “proceso de desinflación ha concluido”). Todo ello son señales alentadoras que permiten al BCE mantener una política monetaria considerada adecuada a la coyuntura actual, y que parecen indicar que no se esperan cambios en el corto plazo.Este margen de comodidad no es incompatible con una postura de vigilancia. Persisten incertidumbres en varios frentes. Aunque las tensiones comerciales relacionadas con los aranceles se han atenuado —los niveles medios en Europa se sitúan cerca de las hipótesis iniciales del BCE—, los litigios sobre el acero, el aluminio o la fiscalidad digital siguen latentes como posibles riesgos.“Los riesgos sobre la inflación están más equilibrados”.
En el plano inflacionario, el BCE se muestra confiado, pero evita caer en la complacencia. Los inversores mantienen presente que varios factores podrían reactivar las presiones inflacionistas en los próximos meses: la depreciación del euro, el aumento de los salarios, o los efectos de los planes de estímulo fiscal impulsados por algunos Estados miembros son elementos a vigilar de cerca.El frente político y sus repercusionesAunque la presidenta no ha mostrado una preocupación excesiva en relación con el caso de Francia, la inestabilidad política —nunca demasiado lejos en Europa— añade una capa adicional de complejidad. Los acontecimientos recientes en Francia recuerdan que las tensiones sociales y políticas pueden traducirse rápidamente en un repunte de los tipos soberanos, lo que equivaldría, de facto, a un endurecimiento de las condiciones monetarias. Un escenario que, de materializarse, podría eventualmente forzar al BCE a revisar su estrategia.Por ahora, sin embargo, lo que predomina en el seno del BCE es la sensación de deber cumplido. En un momento en que el libre comercio flaquea, resurgen las tensiones políticas y se cuestiona la independencia de la Reserva Federal, la zona euro puede contar con un banco central creíble. Ha sabido navegar sin sobresaltos en el entorno convulso de los últimos meses.



