Océane Balbinot-Viale (La Française AM) | Hace más de un año que se establecieron los criterios técnicos de selección (TSC, por sus siglas en inglés) para definir qué actividades económicas pueden considerarse que contribuyen sustancialmente a la mitigación del cambio climático y a la adaptación al mismo, en el primer acto delegado de la UE sobre el clima.
Dada la interconexión de los seis Objetivos Medioambientales, los cuatro criterios de selección que faltaban por definir – es decir, Agua y medio marino, Transición a una economía circular, Prevención de la contaminación y Protección y restauración de la biodiversidad y los ecosistemas (» Taxo4 «) – eran comprensiblemente esperados con impaciencia por el mercado.
Los objetivos medioambientales son la espina dorsal de la Taxonomía de la UE, la base misma de un esfuerzo que pretende construir un lenguaje común en torno a lo que puede considerarse «sostenible». Para ser definida como tal, una actividad económica debe, en primer lugar, contribuir significativamente o permitir que otras actividades contribuyan significativamente al menos a uno de los 6 Objetivos Medioambientales. Además, una actividad que persiga uno o varios de estos Objetivos debe cumplir los criterios de No Causar Daños Significativos (DNSH, por sus siglas en inglés) en relación con los Objetivos restantes y las Salvaguardias Sociales Mínimas (MSS, por sus siglas en inglés). El 5 de abril, la Comisión Europea abrió un periodo de consulta de cuatro semanas sobre un nuevo conjunto de criterios de la Taxonomía de la UE para las actividades económicas que contribuyan de forma sustancial a uno o varios de los Objetivos medioambientales no climáticos. La fecha límite para recibir comentarios es el 3 de mayo y el Acto Delegado podría adoptarse este mismo año para su aplicación el 1 de enero de 2024.
Taxo4 es el eslabón perdido del decreto legislativo sobre el Clima que contribuirá a garantizar la rápida aplicación del Acuerdo Verde Europeo. Al igual que ocurre con los criterios de cambio climático y mitigación, los detalles de los objetivos restantes suscitarán, sin duda, un acalorado debate en el mercado. La definición de Taxo4 también conlleva un nivel adicional de complejidad: a diferencia de los objetivos medioambientales centrados en el clima, Taxo4 no puede basarse en escenarios climáticos ya establecidos alineados con el Acuerdo de París. La protección y restauración de la biodiversidad, en particular, es un tema compleja, que abarca cuestiones de hábitats naturales, endemismo, coexistencia de especies y los servicios ecosistémicos que en última instancia se derivan de ellos. Comprender la ambición de los criterios de contribución sustancial de Taxo4 -complicada aún más por el inevitable solapamiento de los Objetivos- no puede hacerse a través de una única métrica. Dicho esto, la interconexión de los Objetivos Medioambientales sirve para recordar que un enfoque holístico es el único camino realista hacia el objetivo Net Zero, que es precisamente el espíritu de la Taxonomía de la UE.
Es importante señalar que la aplicación del Acto Delegado sobre el Clima a principios de 2024 coincidiría con la entrada en vigor de la Directiva sobre informes de sostenibilidad de las empresas, que sustituye a la Directiva sobre informes no financieros, menos ambiciosa. La aplicación sincronizada de ambas tiene importantes implicaciones positivas para los gestores de activos: las empresas integrarán un ámbito más amplio de actividades en sus informes de sostenibilidad, lo que, a su vez, permitirá a los inversores disponer de mayor granularidad y visibilidad sobre el impacto de las decisiones de inversión en la economía real.
Reconocemos y acogemos con satisfacción el importante trabajo realizado para completar este proyecto de decreto legislativo, incluida parte de la granularidad tan necesaria que incluyen temas como la conservación in situ y la cartografía ecológica asociada o la definición de indicadores de progreso. Las próximas dos semanas de consulta prometen ser semanas de escrutinio y deliberación.
