Eric Muller (Muzinich & Co) | De todos los acontecimientos que han tenido lugar en Europa esta semana —las negociaciones comerciales entre la UE y EE. UU., los índices PMI, las encuestas de confianza y el índice IFO de clima empresarial en Alemania—, se esperaba que la reunión del BCE fuera la menos trascendental. Los mercados anticipaban en general que los tipos se mantendrían sin cambios, con unas orientaciones futuras limitadas. Aunque los tipos se mantuvieron estables, la rueda de prensa de la presidenta Lagarde fue más agresiva de lo esperado, lo que reduce la probabilidad de una bajada en septiembre.

Se restó importancia a las preocupaciones sobre la fortaleza del euro y su potencial para arrastrar la inflación aún más por debajo del objetivo, lo que sugiere que el BCE podría tolerar un incumplimiento temporal del objetivo del 2 %. En cuanto a la política comercial, Lagarde afirmó que «no descartaría nada» si se resolviera rápidamente la incertidumbre sobre los aranceles, lo que podría influir en las futuras decisiones sobre los tipos.

En el frente económico, Lagarde destacó la fortaleza general de la región, gracias al aumento de la renta real disponible y la demanda del sector privado, una fuente potencial de crecimiento sostenido. También se espera un apoyo adicional de los estímulos fiscales alemanes en los próximos meses.

Aunque la decisión de mantener los tipos fue unánime, existe incertidumbre sobre lo que sucederá a continuación. Si bien sigue siendo posible un nuevo recorte este año, especialmente si la inflación se queda por debajo del objetivo y los precios del petróleo se mantienen bajos, el listón para recortar en septiembre se ha elevado. Una rápida resolución de las negociaciones arancelarias entre EE. UU. y la UE, especialmente si da lugar a una reducción significativa de los aranceles, reduciría aún más los argumentos a favor de un recorte de los tipos a corto plazo