Por qué seguimos esperando una subida de tipos en EEUU este mes a pesar de la bajada de la inflación

Keith Wade

Keith Wade (Schroders) | La inflación estadounidense se enfrió en junio, con una tasa anual del IPC que cayó al 3% desde el 4% de mayo. Los efectos de base ayudaron, ya que el aumento de los precios de la energía de hace un año desapareció del índice; no obstante, la variación mensual se situó en el extremo inferior de las expectativas, con una subida de sólo un 0,2%. Lo mismo cabe decir del índice subyacente (IPC sin alimentos ni energía), que también subió menos de lo previsto, un 0,2% intermensual.

Así pues, ante el debilitamiento de la inflación, ¿se abstendrá la Reserva Federal de EE.UU. (Fed) de seguir endureciendo su política monetaria y cancelará la anunciada subida de tipos en su reunión de finales de mes?

La Fed había dicho que quería saltarse una subida y hacer una pausa en junio para «evaluar información adicional y sus implicaciones para la política monetaria», pero su intención seguía siendo subir los tipos nuevamente en julio. El gráfico de puntos de proyección de los tipos de interés de la reunión mostró que los miembros tenían previsto subir los tipos 25 puntos básicos en julio y en septiembre.

Las últimas cifras de inflación, mejores de lo esperado, sugieren que la política económica está aliviando las presiones sobre los precios, ya que los tipos de interés más altos reducen la demanda. Las últimas cifras de nóminas conocidas también se situaron por debajo de las expectativas, ya que la economía generó menos puestos de trabajo de lo previsto en junio.

Pero, nuestra sensación es que seguirán adelante y subirán los tipos a finales de este mes por dos razones:

En primer lugar, siguen preocupando la inflación y el mercado laboral. Las tasas de inflación subyacente siguen siendo elevadas. Aunque por debajo de las expectativas, la tasa subyacente se situó en el 4,8% interanual el mes pasado, todavía muy por encima del objetivo de la Reserva Federal.

Y el mercado laboral sigue tenso. De hecho, el desempleo cayó el mes pasado al 3,6%, muy por debajo de las estimaciones de equilibrio o de la NAIRU (Tasa de Desempleo No Aceleradora de la Inflación), y la relación entre ofertas de empleo y desempleados se situó en mayo en un candente 1,6. El mercado laboral se está enfriando, pero sigue lo suficientemente tenso como para acomodar un fuerte crecimiento salarial. Estos efectos de segunda ronda pueden perpetuar la inflación al elevar los costes laborales en toda la economía, algo que la Reserva Federal querrá evitar. 

La segunda razón es que dar marcha atrás ahora provocaría un repunte en los mercados de renta fija que relajaría las condiciones financieras. Esto ayudaría a respaldar la actividad y compensaría el carácter restrictivo general de la política monetaria. Habida cuenta de los esfuerzos realizados por la Reserva Federal para convencer a los mercados de que se tomaba en serio la inflación y no estaba a punto de dar marcha atrás, parece demasiado pronto.

Nuestra opinión es que veremos una subida de tipos este mes. Sin embargo, el debate se intensificará y no esperamos una subida en septiembre. El próximo movimiento debería ser la última subida de este ciclo, con recortes posteriores. Puede que el presidente de la Reserva Federal, Powell, no esté dando saltos de alegría, pero estará más animado tras las cifras recientes conocidas.